lunes, 29 de septiembre de 2008

Definir el periodismo: ¿Del oficio a la ciencia?

El ejercicio profesional del periodismo es una actividad con muy pocos años de existencia. Las escuelas que imparten esta especialidad no han cumplido un siglo y tienen aún menos tiempo en México. Y el profesionalismo de la mayoría de los periodistas, o quienes dicen serlo, puede dejar tanto qué desear como para que algunos ni siquiera se cuestionen si el periodismo es un oficio, un arte, una profesión o una ciencia, pues los hechos les aseguran que es una licencia para la extorsión o el denuesto impune.
Con todo, para una buena parte de los lectores el periodismo está rodeado de un aura de glamour hollywoodense que tiene más qué ver con las series policíacas que con la realidad. Apenas alguien se entera de que uno vive de escribir en un periódico, le pide que, “usted que es periodista”, interceda por él ante alguna autoridad, le presente a algún famoso o resuelva un problema de su colonia, pues a nivel popular se tiene la firme creencia de que está dotado de poderes particulares por su condición de miembro de este gremio.
Y sin embargo, ni siquiera los periodistas hemos podido definir satisfactoriamente, de un modo universal -como ocurre en las viejas y respetables ciencias duras- ¿qué es el periodismo?
Para responder a este cuestionamiento se han intentado desde las respuestas que parangonan al génesis de la Biblia con un reportaje descriptivo, hasta las que señalan el siglo XIX como el de su origen. Si se quiere afirmar que ya el hombre primitivo hacía periodismo “… necesitamos un concepto operable de periodismo. Si entendemos por tal el área tecnificada de la comunicación humana, considerada como sistema abierto y que posee como elementos fundamentales de su estructura sus principios de actualidad, universalidad, periodicidad, y acceso público, la respuesta es no (…) pero si entendemos por periodismo toda forma de transmisión, es a sola condición de que el mensaje contenga algo novedoso para el receptor, la respuesta es sí. Los testimonios más lejanos de la comunicación humana pueden considerarse quehacer periodístico” [1]
Otro parámetro menos extremo, entre la Biblia y el siglo XIX, afirma que el periodismo depende necesariamente de la tecnología, por lo cual Gutenberg y la invención de la imprenta o prensa de tipos movibles, sería el punto de partida, aunque algunos van más atrás: “Víctor Leclerc escudriña en el Imperio Romano las raíces del periodismo. Sostiene que Julio César comprendió la importancia de la difusión y recepción de informaciones sobre hechos actuales y obró en consecuencia, preocupado por la formación de imágenes favorables en la opinión pública. Bernaldo de Queirós remonta los orígenes del periodismo a civilizaciones tan antiguas como la egipcia, la China y la Hebrea. José Acosta Montero lleva el antecedente hasta Sumeria (4000 a.c.) donde –dice- se produjo el primer reportaje periodístico cuando un escriba reprodujo, en tablillas de arcilla, 21 ejemplares de una entrevista a un aprendiz de escriba, en que éste relataba sus experiencias cotidianas en ese oficio”. [2]
El primer diario, fechado en 1702, sería el Daily Courant de Inglaterra y por su nombre, deja entrever ya la concepción de periodicidad cotidiana de información sobre asuntos públicos o de interés colectivo. En 1777 el filósofo Georg Hamann ofreció a sus contemporáneos la primera definición de periodismo que decía: “‘narración de los acontecimientos más recientes y más dignos de recordar, impresos sin orden y coherencia especial’. La definición de Hamann contiene una perfecta visión –aunque no use la palabra precisa- del principio de actualidad, al anotar: ‘acontecimientos más recientes’. Describe el estilo periodístico como narrativo: ‘narración’, menciona el interés público (o el interés del medio) con las palabras ‘más dignos de recordar’ y establece también, implícitamente, un proceso selectivo con el adverbio de cantidad ‘más’ que acompaña a la calidad de los acontecimientos. Finalmente, esta definición anota el rasgo diversificado de noticias: ‘impresos sin orden ni coherencia’, aunque puede interpretarse esta última parte como una referencia crítica a la indiscriminada agrupación de mensajes por ausencia de criterio estructural periodístico, de las fuentes y de la información. Los periodistas de la época de Hamann carecían de los instrumentos clasificadores de géneros periodísticos que poseemos hoy y sus fuentes eran escasas, en comparación con las del periodismo actual”. [3]
Esto ocurría en el siglo XVIII, el mismo que contempló la aparición de los Zeitung, hojas impresas y periódicas que al portar en su nombre el sentido de periodicidad y continuidad, probablemente originan el nombre del periodismo. [4]

Más que ponerle fecha de nacimiento, una respuesta que por su claridad resulta satisfactoria para la pregunta sobre qué es el periodismo, es la que nos da Enrique de Aguinaga, reconocido catedrático de la Universidad Complutense de Madrid: El periodismo es un sistema de clasificación de la realidad. “Los periódicos que, en las páginas de publicidad, utilizan frecuentemente el rótulo de anuncios clasificados, podrían poner, al frente de todas sus páginas y con toda propiedad, el rótulo de noticias o informaciones clasificadas, en cuanto que (idea capital) el Periodismo es un sistema de clasificación de la realidad, que trata de proporcionarnos una imago mundi”. [5]
Según Luis Núñez Ladevéze, “El periodismo es una profesión que está relacionada con las situaciones sociales más complejas y con el uso de una metodología muy complicada: la tecnología de la comunicación. Pero, a diferencia de otros oficios, para el de periodista no se necesita aprender a usar esa tecnología de la que depende su tarea, pues para esa labor se requieren otros profesionales, ni tampoco será imprescindible que tenga especiales conocimientos complementarios relativos a las situaciones sobre las que tendrá que informar (...) La información que interesa a todos en común tiene que llegar también a todos, pero alguien tiene que encargarse de seleccionarla, prepararla y difundirla. Es decir, si quien dedica su tiempo a aprender un oficio no tiene tiempo para aprender otro, tampoco tiene tiempo para buscar la información socialmente útil (...) Por eso, quien lo hace, realiza un servicio a la comunidad, satisface intereses dispersos, comunes y anónimos y se profesionaliza como periodista” [6]
Enrique de Aguinaga cita a Vladimir Hudec, decano de la Facultad de Periodismo de la Universidad Carolina de Praga que a la pregunta de qué es el periodismo se responde:
“...Una explicación completa de estas cuestiones sólo se puede encontrar en una verdadera investigación científica, teórica, de las complejas leyes internas que existen objetivamente en el Periodismo, como existen en todo fenómeno social (...) Es esta lógica, estas leyes internas lo que constituye la Teoría del Periodismo, ciencia en pleno desarrollo, que forma parte de las Ciencias Sociales” [7]
En buena medida, dice De Aguinaga, el problema es la óptica desde la cual se aborda la definición de periodismo. Y si como dice Hudec, se trata de una ciencia en formación, es explicable que exista tal confusión entre enfoques:
La antítesis del Periodismo concebido como sistema es el Periodismo concebido como estilo. Paralelamente a la tesis del Periodismo como ciencia corresponde la antítesis del Periodismo como arte, del mismo modo que al Periodismo como modo clasificatorio corresponde el Periodismo como modo narrativo.
La tesis de la investigación se resume en los siguientes términos: el Periodismo es esencialmente un sistema de clasificación (periodificación) de la realidad, constituida por los hechos y opiniones actuales, mediante operaciones metódicas de selección y valoración, efectuadas por aplicación de los factores de interés, propios de cada ámbito social, y de los factores de importancia, propios de cada medio de comunicación periodística. [8]
A la definición de periodismo contribuye también Julio del Río Reynaga, para quien el periodismo es información, es un proceso, un medio, una industria, es la base de la historia y es además un arte. Así, todo a la vez. Según él, el periodismo es un proceso con varias fases que tiene como fin informar, opinar, entretener, anunciar y educar, a través de técnicas y procedimientos para los que se requiere de talento o de estudio. El periodista mexicano rehuye sin embargo la palabra ciencia, y prefiere acercarse al arte, pues cuando el periodismo llega a lo estético en el uso del lenguaje, es literatura, más allá de que su contenido pertenezca al ámbito de lo real y no de lo ficticio. No desconoce tampoco el hecho de que el periodismo tenga una faceta mercantil, pues “el periodismo y su producto (¿la mercancía informativa?) son una empresa colectiva, una organización social” resultante del conjunto de operaciones materiales e intelectuales “que tiene como fin fabricar información”. [9] Evidentemente, cuando Reynaga habla de fabricar información no se trata de “inventarla”, sino de “procesar la realidad”.
Nuevamente el teórico español Núñez Ladevéze indica que “La idea que de que para ejercer el periodismo se necesitan estudios universitarios cualificados es muy reciente; observando los tipos de periodismo que prosperan, discutible para según qué especies. Podría ser muy conveniente para el llamado ‘Periodismo de calidad’ poseer estudios universitarios, pero entonces lo que se discute es si para informar sobre economía no es preferible un licenciado en Económicas que un licenciado el Periodismo. Y para ser informador en una revista de las llamadas de ‘prensa de corazón’, que forman parte del periodismo socialmente más productivo y divulgado, no hace falta más que saber de esas cosas que no requieren otro aprendizaje que el de la lectura de las propias revistas o la atención a ciertos programas de radio y televisión”.[10] Bajo tal óptica, la duda ya no es qué es un periodista sino si siquiera existen.
Uno de los problemas que se tienen al intentar la definición del periodismo es que –a falta de una teoría propia, o de las carencias obvias de una teoría en construcción- se parte de teorías y marcos conceptuales ajenos al periodismo, aunque más o menos cercanos a éste. Algunos resultan útiles mientras otros sólo han contribuido a profundizar la confusión e indeterminación. Posiblemente entre las teorías que mejor pueden servir para un acercamiento, está la de los sistemas.
Rivadeneira plantea que el periodismo es “un sistema abierto (por intercambiar información con el exterior) de la comunicación humana tecnificada que procesa acontecimientos, ideas y sentimientos procedentes de una o varias fuentes, para transmitirlos a destino mediante un canal llamado periódico”. Entendemos por periodismo una parte de la comunicación humana destinada a la transmisión de noticias y cuyas características esenciales son: actualidad, universalidad (geográfica, temática, social), periodicidad y acceso público. [11]
Para ubicar el significado de esta definición, hay que referirnos a la teoría de los sistemas como la metodología científica propuesta por Bertalanffy que parte de la hipótesis de que todos los objetos están relacionados entre sí mediante complejas redes de interacciones recíprocas.
Ludwig Wittgenstein afirma que “el mundo es la totalidad de los hechos, no de las cosas (…) Al igual que no es posible pensar en objetos espaciales fuera del espacio y objetos temporales fuera del tiempo, así no podemos pensar en ningún objeto fuera de la posibilidad de su conexión con otros”. Concordante con la posición del filósofo alemán es la base epistemológica en que se asienta la teoría general de los sistemas. [12]
Por otra parte, el meollo de la teoría general de los sistemas radica en la interacción del tipo de afectabilidad recíproca entre elementos componentes de un sistema y de sus atributos. De ahí que un sistema pueda considerarse como “un conjunto de objetos así como de relaciones entre los objetos y entre sus atributos en el que los objetos son los componentes o partes del sistema, los atributos son las propiedades de los objetos y las relaciones mantienen unido el sistema”. [13] Y esos atributos pueden enriquecer aún más la aproximación a definir nuestro objeto de estudio.
Ya desde su definición este autor nos señalaba los atributos del periodismo: a) Actualidad, entendida como el lapso más corto entre el acaecimiento de un hecho y el conocimiento que de él toma una persona; b) Universalidad o principio de relación espacial en universos geográficos, aunque también puede serlo de grupos humanos socioculturales (universalidad social) y por el interés que generan a partir del aspecto humano; c) Periodicidad, consistente en procesos de renovación de los productos informativos con base en la temporalidad del valor noticioso de los hechos y d) Acceso público tanto en el sentido de acceso a las fuentes de información como acceso al producto de medio (periódico), que puede verse restringido por razones políticas, económicas y culturales: requisa masiva de una publicación para evitar que llegue a los lectores algo que afecta los intereses de alguien, incapacidad del público para comprar o consultar el producto, y los niveles educativos de los lectores que van desde el analfabetismo y la incapacidad para leer sobre asuntos complejos hasta desinterés por temas que le resultan ajenos. [14]
Habrá que hacer aquí la delimitación de que este trabajo se centrará únicamente en el periodismo impreso, porque aunque la televisión y la radio cumplen labores informativas ligadas al concepto de noticia y a los atributos periodísticos antes explicados, la mayor parte de sus horas de transmisión están dedicadas al entretenimiento puro. La labor periodística de los medios electrónicos, por valiosa que pueda ser ocasionalmente, queda en un segundo plano, cosa que no ocurre –aún- con los periódicos y algunas revistas de información y análisis. Quedan fuera de estas definiciones las “revistas del corazón” y otras exclusivamente de entretenimiento, para centrarnos en los diarios donde todavía prevalece la información en primer plano, y el entretenimiento en segundo, (por lo menos en las áreas de redacción aunque no en las oficinas administrativas de los medios impresos que buscan aumentar las ventas a costa de lo que sea).
De todo lo anterior podemos desprender ya una primera aproximación:
El periodismo es una ciencia en formación, cuyo fin es sistematizar la realidad o hacer una taxonomía de ella, a la que puede influir e incluso modificar. Se vale para ello de la tecnología de cada época para alcanzar al mayor número de individuos y es por lo tanto una actividad de fines colectivos. Por implicar el uso del lenguaje puede acercarse al terreno del arte sin pertenecer a él, del mismo modo que se acerca a muchas disciplinas científicas como la economía, la sociología y la política, elementos de la misma realidad que trata de clasificar. Y porque sus productos –los periódicos- están a la venta, es también una industria que muy frecuentemente debe resolver conflictos surgidos entre sus objetivos y su carácter mercantil. Dado que es una ciencia en formación, se cuenta ya con elementos para crear una teoría del periodismo, aunque ésta aún no exista como tal.
1.1 El periodismo como sistema
La propuesta de analizar al periodismo bajo la teoría de los sistemas que hace Raúl Rivadeneira, es posiblemente una de las más estructuradas que hay dentro del periodismo mexicano, y a nuestra consideración muy superior a la de algunos de los más reconocidos periodistas españoles, como Miguel Ángel Bastenier, que reduce al periodismo a una práctica a la que las teorías pueden estudiar y no una actividad que precise de una base teórica.
Antes de entrar en las particularidades del periodismo como sistema, recordemos algo acerca de la teoría citada, esto es, del enfoque metodológico que nos llevará después a algunos de los asertos aquí planteados.
Ya se había dicho antes que sistema es un conjunto de objetos así como de relaciones entre los objetos y entre sus atributos, sistema en el que los objetos son los componentes o partes del sistema, los atributos son las propiedades de los objetos y las relaciones mantienen unido el sistema.
Ahora bien, ante la dificultad de distinguir con precisión entre lo que es un sistema y lo que no tiene esa calidad, “Buckley propone jerarquías sistémicas y grados de entitividad para formas asociativas particulares de nivel inferior; es el caso de sustancias reales en las que no se trata de grados de sustancia sino de grados de organización. El autor citado explica de ese modo la extinción y origen de los sistemas (…) La interacción de los elementos componentes y el grado de organización aparecen, en seguida, como las propiedades fundamentales de un sistema”. [15] Y todo ello está cobijado por un principio de totalidad que le da coherencia al sistema, principio según el cual las relaciones y procesos de interacción producen cambios en los componentes y afectan a la globalidad del sistema.
Así, un sistema no es la mera suma de sus componentes, sino las relaciones que establecen entre sí y con el exterior del sistema si éste es abierto, más las modificaciones que tales interacciones producen en la realidad. En el campo de esta teoría caben dos tipos de sistemas: abiertos y cerrados. Son sistemas abiertos aquellos que intercambian información con el ambiente exterior, como los sistemas biológicos, por ejemplo. Los sistemas cerrados, por oposición se caracterizan porque no reciben ni expulsan material informativo alguno de su entorno ni hacia él. [16]
Bajo esta perspectiva puede afirmarse que el periodismo es un sistema abierto en tanto establece intercambios de información tanto hacia adentro como hacia fuera del sistema; incurre en una serie de interacciones con el interior y el exterior del propio sistema que pueden llevar a modificaciones en la conducta de elementos del Sistema Periódico Impreso (SPI), del suprasistema sociedad y los elementos de su entorno que pueden ser otros sistemas, como el sistema político.
“Nuestro ensayo de definición concibe al periodismo como un proceso. Sostenemos aquí el punto de vista de Berlo: (…) Si definimos algo como un proceso, también estamos significando que ese algo carece de principio, de fin o de una secuela fija de acontecimientos; que no es estático, que no descansa; que se halla en movimiento. Los componentes del proceso interactúan, es decir, cada uno de ellos influye sobre los demás”. [17]
Los componentes del SPI lo identifican además como un sistema complejo; van desde los elementos físicos y mecánicos (papel, computadoras, rotativas, tintas, etc.) hasta comportamientos individuales y colectivos (sensaciones, voliciones, intereses individuales y grupales) además de la gama de valores que priven en el contexto sociocultural de un SPI dado. Por ello, Rivadeneira define al periódico como
Una institución de medio (el periódico como casa editorial)
Un conjunto de mensajes o producto de medio (el ejemplar del diario)
Un instrumento de control social

Un argumento en torno a cómo los medios pueden ejercer funciones de control y al mismo tiempo ser objeto de ellas, es el que ofrece el teórico argentino Alfredo Torre, para quien el SPI en su modalidad de investigación puede transparentar a los sistemas políticos pero también servirle de escape:
“El principio básico del periodismo de investigación (PdI) consiste en transparentar sistemas a través de la demostración documental y/o testimonial de que alguien oculta algo y que ese algo afecta negativamente al escenario público. Un recurso analítico inicial consistiría en un abordaje de la realidad sustentado en el conocimiento científico y en la teoría general de sistemas (...) El análisis de los sistemas requiere también de un previo conocimiento respecto al comportamiento de ciertas reacciones previsibles ante determinadas situaciones (agresividad o mesura), como así también un posible límite de tolerancia ante la presión endógena o exógena y la existencia o no de una posible válvula de escape. Cierto ‘libertinaje controlado’ dentro de determinados sistemas políticos suele descomprimir situaciones de estallido social.
“Otra manera de comprender el funcionamiento de sistemas y subsistemas es conocer las posibilidades que brindan en cuanto a lo que llamaremos retroacción. Es decir, como un flujo energético que recorre sus vasos comunicantes y, ante la detección de irregularidades, devuelve información al sistema para su inmediata (o retardada) corrección. Hay organizaciones que son reacias a propios autocontroles o inspecciones externas, principalmente si provienen del periodismo. Son en general sus oficinas de prensa o de comunicaciones institucionales las encargadas de negar, relativizar o borrar los conflictos”. [18]
Además, el SPI está organizado de un modo funcional para el cumplimiento de metas, mediante las que promueve y cumple un proceso de comunicación, entendido desde el punto de vista de David K. Berlo. Esas metas son:
Cobertura y recepción de noticias
Producción de mensajes
Distribución del producto de medio
Establecimiento de la retroalimentación y de los circuitos que la permitan
El SPI está conformado por componentes sistémicos, a los que entendemos como unidades discretas que poseen atributos propios y que integran otra unidad más compleja, donde las situaciones de relación e interacción crean y le imponen, nuevos comportamientos adecuados al funcionamiento del sistema, adecuaciones que alteran al componente y lo llevan a alterar a los demás. [19]
Los componentes del SPI son:
Redacción
Administración
Talleres
En la redacción, que fisonomiza al periódico, se conjugan recursos humanos y materiales como reporteros, fotógrafos, caricaturistas, editorialistas, mobiliario, teléfonos, computadoras, y elementos tan abstractos como la línea editorial, el estilo del medio, su pertenencia ideológica y todos aquellos que nos llevan a etiquetar a un diario como serio, amarillista, elitista, popular, de izquierda o derecha, etc.
La administración, que cuenta con dos subelementos (publicidad y circulación), organiza a la empresa periodística y se encarga del mantenimiento de los equipos, adquisición de materiales, manejo de las finanzas, relaciones industriales, venta de espacios publicitarios, suscripciones, circulación y asuntos jurídicos. Con frecuencia, por su carácter mercantil, es un componente del SPI que entra en contradicción con el componente redacción.
Los talleres son los encargados del proceso de producción física del producto de medio, bajo las especificaciones planeadas por la redacción y mediante los recursos tecnológicos que el SPI, a través de su administración, haya sido capaz de darse a sí mismo. [20]
Las relaciones que ocurren dentro de un SPI son complejas, estrechas y sujetas lo mismo a circunstancias racionales que a posturas emotivas. Los desencuentros entre la visión mercantil que por fuerza debe privar en la administración y la óptica noticiosa de la redacción son continuos.
La administración por ejemplo, puede buscar influir en la línea periodística para evitar que la publicación de una noticia dé como resultado la pérdida de un anunciante, o bien la modificación del flujo informativo por la llegada de materiales publicitarios que robarán espacio a las noticias, que deberán ser recortadas y a veces hasta eliminadas en favor de las finanzas de la empresa, al tiempo que la redacción puede alterar los planes de tiraje y circulación de una edición (y con ello el trabajo de talleres y administración), por la consecución de una noticia bomba, etc.
Cualquiera que haya trabajado en una redacción sabe lo frustrante que puede ser que el trabajo de todo un día acabe en quince líneas ágata, porque a última hora llegaron dos planas de publicidad, o la presión que ejercen los jefes administrativos sobre el reportero para que consiga publicidad en su fuente, sobre todo si el reportero es mal vendedor. Todo esto es lo que llamamos interacción de los componentes del SPI.
En lo que hace a las relaciones del SPI hacia el exterior, Rivadeneira señala la existencia de tres alternativas: input, throughput y output.
Por input se entiende la importación de elementos ajenos al sistema pero indispensables para su existencia y funcionamiento, (algo que en castellano llamaríamos los insumos): papel, hechos noticiosos, publicidad, recursos financieros, influencias políticas y religiosas y todo aquello procedente del exterior y que pueda entenderse como una energía importada e indispensable.
El throughput corresponde a los procesos de transformación aplicados al input o energía importada, para crear un producto de medio. Por ejemplo, la noticia publicada en su etapa de input era un hecho noticioso publicable. El throughput fue la cobertura informativa realizada, la interpretación, codificación, diseño editorial, caracterización y divulgación del hecho que culminan en la publicación de la noticia, esto es, el proceso de transformación que el SPI aplicó para producir la edición de hoy.
Por último, el output se refiere a las relaciones psicosociales que el SPI entabla con su entorno y que modifica conductas y/o produce efectos en el nivel pragmático de la comunicación por la presión y autoridad que sobre la opinión pública ejerce un diario. Por ejemplo, una campaña de prensa que insiste en la necesidad de que una instancia política actúe de tal o cual modo puede cambiar el rumbo de las políticas públicas. El caso más emblemático es la campaña del Washington Post en torno al caso Watergate, que culminó con la renuncia del presidente de los Estados Unidos, Richard Nixon.
Esta concepción del periódico como sistema será útil al analizar el enfrentamiento entre los medios en español cuyo dueño es latino contra los que son propiedad de empresas anglosajonas. El tipo de relaciones que este sistema abierto sostenga con la sociedad puede determinar que el boom del periodismo en castellano que hoy vive Estados Unidos se mantenga, crezca o involucione. De ahí que volveremos al análisis del SPI más adelante.
1.2 Un día sin periodistas
La agresión gestada desde el poder contra los periodistas [21] permite entrever que la profesión se caracteriza por ser incómoda para algunos núcleos de poder. Según Max Weber el periodista “es el representante más importante de las especies, pero como sucede con el demagogo, el artista y el militante, su suerte es que carece de cualquier clasificación social firme. Pertenece a un tipo de casta de paria, que ante los ojos de la sociedad, es siempre visto como uno de los sectores de calidad moral más baja”. [22] Y Riva Palacio hace notar que personalmente, Weber tenía a los periodistas en gran estima.
En efecto, el periodista carece de una clasificación social como señala la cita de Weber. En ese sentido la no definición de Bastenier puede resultar ilustrativa (sin caer en las meras trampas de ingenio como la de que periodista es quien vive a sueldo de escribir sobre asuntos que ignora): “periodista puede serlo cualquiera, lo que no es equivalente a que cualquiera pueda ser buen periodista. El periodista se define en negativo. No es sino la suma de lo que no es. No es novelista, no es sociólogo, historiador, político, economista etcétera. Lo que no acabamos de ser es lo que somos”. [23]
Y sin embargo el periodista no puede asumir el papel de ninguno de los profesionales que encarna momentáneamente: “El periodista no es un proyectista, ni un moralista, tampoco u terapeuta o un hermeneuta, ni mucho menos un filósofo de la historia o un manipulador. Si en su mochila carga a un mariscal, a un político, a un filósofo, a un predicador o a un literato, el periodismo que produzca será turbio mensaje que en nada clarificará al mundo. Y si el informador es demasiado cruel, demasiado sentimental o demasiado sesgado hacia apriorismos y fanatismos, el periodismo que produzca será una desdicha y una hemipléjica complicación para el medio en el que trabaje y para aquellos que caigan bajo su desinformada información”. [24]
Raymundo Riva Palacio narra que cuando Mark Twain decidió hacer periodismo, le preguntó a su primer editor en qué consistía el oficio. La respuesta fue: “salga a la calle, mire lo que pasa y cuéntelo con el menor número posible de palabras”. Bajo una óptica mucho menos anecdótica, Riva Palacio recoge la definición que hace la Organización de las Naciones Unidas (ONU) sobre el periodista, del que dice “es un trabajador que interviene en la captación, procesamiento y difusión de informaciones, manejando los géneros reconocidos a nivel mundial, a través de los medios de comunicación masiva, sean impresos o electrónicos”. [25]
Lo cierto es que aunque incómodos, los periodistas son necesarios. Sólo por jugar con la idea plasmada en la película “Un día sin mexicanos” en la que desaparecen todos los migrantes de nuestra nacionalidad en Estados Unidos, imaginemos el resultado de vivir “un día sin periodistas”. ¿Cuántos actos que van desde el simple fraude hasta el genocidio se han frenado, o han sido castigados cuando los dio a conocer el periodista?
La ausencia de información o la garantía de que ésta podrá ser controlada puede llevar al Estado de pretensiones más democráticas a convertirse en la peor de las dictaduras. Sin embargo, gracias a los periodistas los papeles se invierten y generan fenómenos muy particulares: mientras el Estado pudo espiar a los ciudadanos no se hablaba de delito. Cuando gracias a que la tecnología se ha abaratado y está al alcance de casi cualquiera (y a la capacidad de investigación de los periodistas armados con cámaras y micrófonos ocultos), la ciudadanía puede atisbar a las entrañas del poder, la defensa de los miembros de la elite gubernamental es que, aunque se escuchen o se vean las pruebas más obvias de los peores delitos, el verdadero delito es haberlos espiado, haber atentado contra la privacidad de los hombres públicos, por paradójico que sea.
De ahí la importancia de las libertades de prensa, de expresión y de acceso a la información, mismas que no deben ser vistas como privilegios del gremio –sobre todo por sus miembros- sino como garantías de la ciudadanía, en la que el periodista funge como un mero mecanismo de vinculación entre el poder y el ciudadano. Así, el periodista es un regulador de los actos del poder realizados por los hombres públicos –aunque los realicen en privado- y por los que pagamos todos los miembros de la sociedad. Su escrutinio debe servir a las necesidades de quien paga, vía impuestos a quienes lo gobiernan, y luego por el precio de un ejemplar de diario para enterarse de cómo cumplen los políticos sus funciones.
Por supuesto que todas estas reflexiones se hacen en el plano de lo ideal, pues es muy claro que muchos de los llamados periodistas no lo son, no sólo porque nunca cursaron los estudios correspondientes a esta especialidad, sino porque su conducta contraviene en buena medida lo que aquí se ha dicho del periodista: los contubernios con el poder por la vía del embute, el ejercicio de un pseudo-periodismo de espectáculos que se ocupa de absolutamente todo, menos del espectáculo; la reiteración impensada de auto alabanzas que desde un boletín de prensa se hacen nuestros gobernantes y que el reportero ni siquiera se toma la molestia de leer, pero sí de reproducir bajo su firma, y tantos vicios de sobra conocidos.
Señala Rivadeneira que limitarse a escribir e imprimir las noticias no basta “El periodista ya no puede cubrirse a guisa de anarquista filosófico y pretender que él es una persona aparte, con una misión que trasciende del hombre común. Porque el hecho es que ya ha dejado de ser un simple coleccionador de noticias; con frecuencia en el acto de recoger noticias las produce él mismo y aun influye en el curso de los acontecimientos. Sin duda ha llegado el momento de que lo reconozca. (…) Lo que diga y haga puede influir mucho en los resultados… sus obligaciones son las del innovador y el conductor, no simplemente las del crítico y deberá ejercerlas todas si quiere seguir ejerciendo su derecho de dar significado a las noticias. [26]
Esto nos lleva a repensar al periodista como el responsable de una re-construcción de la realidad, en la que no sólo la opinión, sino la mera investigación de profundidad, puede decidir a quienes detentan el poder a actuar en función de las presiones recibidas desde la prensa. Con ello se justificaría sin equívocos la afirmación de Julio del Río en el sentido de que desde el periodismo se puede fabricar la realidad. Y prueba de ello es el trabajo que han hecho decenas de periodistas en América Latina mucho antes de que se acuñaran términos como “Periodismo de Investigación” y “Periodismo Cívico”, modalidades de las que hablaremos más adelante.
1.3 ¿Y qué es noticia?
Lord Northcliffe, uno de los pioneros del sensacionalismo periodístico señalaba que si un perro muerde a un hombre esa no es una noticia, pero si un hombre muerde a un perro, esa sí que es una noticia. Aunque hay una buena dosis de cinismo en esa afirmación, no deja de haber algo de cierto: lo que causa sorpresa, lo inédito, lo novedoso, es parte de aquello que llamamos noticia, y que unos consideran la materia prima del periodismo, mientras que otros la ubican como su objetivo.
La novedad no es su única característica. La noticia exige actualidad, interés público y oportunidad entre otras consideraciones que han hecho los teóricos de esta disciplina. Veamos algunas definiciones clásicas de noticia:
Noticia no es un acontecimiento, sino el relato que se hace del mismo. Frank Fraser Bond.
Noticia es todo aquello que produce exclamaciones, que interesa a gran parte de la población y que nunca se había sabido. Charles A. Dana.
Noticia es todo aquello de interés acerca de la vida y las cosas, en todas sus manifestaciones. Manual de Corresponsales de la agencia Associated Press.
Si un perro muerde a un hombre, no es noticia. Si un hombre muerde a un perro ¡esa sí que es noticia! Noticia es lo que alguien, en alguna parte, quiere suprimir. Todo lo demás es publicidad. Lord Northcliffe. [27]
Noticia es el género fundamental del periodismo, el que nutre a todos los demás y cuyo único propósito es dar a conocer los hechos de interés colectivo. Es la transmisión de información sobre un hecho actual, desconocido, inédito, de interés general y con determinado valor político-ideológico. Vicente Leñero y Carlos Marín. [28]
Es todo acontecimiento actual, interesante y comunicable. José Ortego.
Las noticias son comunicaciones sobre hechos nuevos, surgidos en la lucha por la existencia del individuo y la sociedad. Emil Dovifat. [29]
Es la información oportuna de hechos u opiniones de interés o importancia, o ambas cosas a la vez, para un número considerable de personas. Debe ser exacta, equilibrada, leal y objetiva, clara, concisa y actual. Mitchell Charnley. [30]
La nota informativa es un género expositivo; la exposición es la forma básica en su discurso. Su propósito consiste en informar oportunamente un acontecimiento noticioso. Susana González Reyna. [31]
La noticia no se ve, se siente (…) Los diccionarios suelen definir noticia como el reporte de un evento reciente, una información novedosa, un asunto de interés para el mayor número de lectores. Raymundo Riva Palacio. [32]
La noticia es un hecho nuevo e inédito, con un presunto interés general, con personas y escenarios definibles, inserto en un desarrollo histórico y dado a conocer bajo una interpretación determinada. Reyes Matta. [33]
Según Riva Palacio, se han establecido seis puntos que forman un criterio sobre la noticia, para superar las limitaciones que impone la definición general: impacto, proximidad, oportunidad, prominencia, novedad y conflicto. Pero ateniéndonos a las definiciones antes reproducidas encontramos que existe primero una confusión entre la noticia entendida como hecho digno de ser publicado y el texto que aparece impreso. Y luego, hay algunas coincidencias y varias diferencias entre el modo de definir a uno y a otro.
Posiblemente una de las primeras cosas que debería hacer el gremio para ayudar a sistematizar el trabajo periodístico y acercarlo al terreno de la ciencia, sería revisar y redefinir una nomenclatura. Proponemos que se hable de noticia o hecho noticioso cuando se describa un suceso de la realidad que puede ser publicado por sus características, mientras que al texto ya publicado se le denomine por el género al que corresponde su redacción: nota informativa (no noticia), entrevista, artículo etc.
Regresando a las definiciones, diríamos que el elemento que la mayoría de los teóricos señalan es el interés con seis menciones entre once definiciones, seguido por la novedad y la actualidad (3 de 11 cada una), la oportunidad, lo inédito y el membrete de género (dos cada una) y con una sola mención las características de relato, denuncia, hecho, sorpresa, expresión de lucha, valor ideológico, comunicación, e información.
Pero aún cuando sólo una de las características citadas es aceptada por una mayoría (nada amplia por cierto), todas ellas tendrían que ser precisadas cuidadosamente, pues la categoría interés puede ser interpretada como “curiosidad morbosa”, lo que sustentaría al amarillismo, mientras que otra interpretación sería la de si afecta a los lectores y por ende debería ser de su interés… aunque muchos rehuyan la lectura de esa información por aburrida o compleja como sucede con los temas económicos.
Otro tanto sucede con los términos inédito, novedoso y actual. La idea de novedoso se puede interpretar como lo nunca antes visto u ocurrido –que a su vez se parece a inédito- y lo actual debería ser interpretado como los sucesos del día de hoy, que a juicio de algunos son “nuevos” por recientes, aunque hayan ocurrido decenas de veces.
Estas precisiones que pueden parecer muy elementales no lo son tanto si atendemos a la confusión que suelen tener con estos términos los estudiantes de periodismo, y que muchas veces arrastran a lo largo de su vida profesional, o peor aún, cuando quien ejerce el periodismo se familiariza con ellos de oídas por carecer de la formación académica en el área. Un análisis de quienes ejercen el periodismo en el estado de Tlaxcala reveló que más del 70% de los periodistas de la entidad sólo tenían educación secundaria. ¿Puede pedírseles que no incurran en estas imprecisiones?
En ese sentido la categoría “impacto”, entendida como la afectación que el hecho noticioso implique en la vida de los lectores y que propone Riva Palacio, podría ser mucho más útil. Sin afán de establecer aquí el uso de las categorías más adecuadas para el periodismo, pues no es el objetivo de esta investigación, si debemos asentar la necesidad de llegar a una convención muy específica para cada una de ellas, si se pretende coadyuvar a que el periodismo alcance el nivel de ciencia.
Si el hecho noticioso como materia prima del periodismo y la nota informativa como género fundamental se confunden, la indefinición en otros aspectos es igual o mayor. Pero si atendemos al hecho de que el periodismo podría ser una ciencia en proceso de formación estas indefiniciones serían normales, por lo que el trabajo de los periodistas debe tender hacia una cada vez mayor delimitación de los significados de la terminología de esa ciencia, que sustituyan a la actual jerga del gremio.
Hay que precisar que no todos los hechos de la realidad son sujetos de convertirse en noticia. Los factores que se requieren para convertir a un hecho cualquiera en hecho noticioso son múltiples y van desde los ya citados como novedad o interés hasta aquellos que mueven resortes emocionales y psíquicos de las personas como los desastres naturales que producen sentimientos de solidaridad humana. [34]
Por otra parte, se dice que la noticia es prismática pues puede reflejar una enorme diversidad de facetas del mismo hecho noticioso. Esto no se refiere al tratamiento que recibe el hecho en términos de un género periodístico determinado, sino en función de los enfoques o puntos de vista que pueden trabajarse de un mismo hecho. Una catástrofe puede arrojar un enfoque económico en cuanto a pérdidas, gastos en reconstrucción, en atención a heridos etc. El mismo hecho puede verse en términos políticos como la negligencia de las autoridades encargadas de prevenir desastres, sociológicos, cuando el tejido de una sociedad se ve modificado a consecuencia del desastre; histórico, cuando se pierde patrimonio nacional, de la humanidad, artístico, etc.
Partamos de la distinción entre información y noticia: “Muchas de las definiciones de noticia confunden a ésta con información”, y a ésta con transmisión de mensajes. Sabemos por Wiener que información es “el contenido de lo que es objeto de intercambio con el mundo externo mientras nos ajustamos a él y hacemos que se acomode a nosotros. Los informes periodísticos publicados en los diarios, con diferentes estilos, los artículos, crónicas, reportajes, no son noticias en sí, sino interpretaciones más o menos aproximadas de los hechos que se producen en la realidad del entorno. Dovifat es más profundo y preciso en este aspecto, cuando señala la dependencia del hecho de la subjetividad del que oficia de tercero entre el acontecimiento y el público; entre el hombre y la realidad”. [35]
De hecho, una de las definiciones que citamos más arriba señala que la noticia es información, mientras que otras señalan que son comunicaciones, de lo cual se desprende que para algunos de los autores noticia, información y comunicación son sinónimos. Esto puede deberse en buena medida a que muchos de ellos son periodistas en la práctica más que académicos o teóricos de alguna de estas disciplinas.
“…noticia y comunicación se confunden en el proceso de transmisión del mensaje. No hay modo de dar a conocer un hecho noticioso si no es comunicándolo de alguna manera. Sin embargo, este parecido es nada más resultante de la acción verbal comunicar, sinónimo de ‘dar noticia’ y no afecta al sentido complejo del fenómeno comunicación ni al complejo sistémico noticia. De esto se infiere que no puede haber noticia periodística sin una o varias formas de comunicación, pero nada más”. [36]
Así, la noticia es un tipo de información que responde a la característica de “publicable” por ser de interés público, actual, etc., lo cual no significa que toda información pueda ser noticia, pero sí que toda noticia es información. Y todas las noticias pueden ser inscritas en el ámbito de la comunicación una vez que fueron publicadas por un medio, en cualquiera de las variantes de los géneros periodísticos.
En ese sentido es que Rivadeneira propone un concepto operable de noticia desde el punto de vista sistémico. Hay que destruir algunas concepciones falsas como la de que noticia es lo que publican los periódicos, pues entonces en esos medios de comunicación descansaría del todo la responsabilidad de decidir qué es lo que le debe interesar a la gente. Y aunque conceptos como la agenda setting nos señalan que sí hay algo de cierto en el hecho de que los medios influyen en la construcción de ese interés y que la investigación periodística fabrica la noticia en el sentido que usa Julio Del Río según referimos antes, tampoco podemos llegar al extremo de creer que la realidad es una invención de los periodistas, pues sería tanto como otorgarles carta de impunidad y funciones sustitutivas de la sociedad e incluso del Estado.
El concepto operable de noticia de Rivadeneira es “todo acontecimiento de la naturaleza, o del hombre, que afecta al conjunto de intereses individuales o colectivos, en situaciones concretas de relación hombre-ambiente. En el término ‘acontecimiento’ están implícitos los hechos originados en procesos psíquicos y lógicos (sentimientos y pensamientos)”. [37]
Más aún, de Aguinaga propone que la noticia es el verdadero objeto del periodismo, y no la verdad. Su afirmación de que la finalidad del Periodismo no es la información “puede curarse con otro escándalo mayor: el Periodismo no busca la verdad, afirmación bien elemental en el análisis, no por el cínico consejo (no dejes que la realidad arruine tu reportaje) sino porque efectivamente el Periodismo no busca la verdad, sino la noticia, que no es lo mismo, ni mucho menos, aunque la noticia deba ser verdadera. La transformación de la información en conocimiento es la cúspide de la teoría del periodismo. (cursivas mías). [38]
Esto tiene qué ver con el hecho de que la verdad requiere del contexto para ser válida. El relato de un hecho aislado, aunque verídico, puede ser un tanto engañoso, y de hecho falso. Por ello ya no es suficiente con reportar un hecho. Ahora es necesario reportar la verdad acerca de ese hecho, según la Comisión Hutchins para la Libertad de Prensa en 1947. [39]
Otra de las concepciones clásicas sobre periodismo –que no está, curiosamente, incluida en ninguna de las definiciones de noticia aunque sí la menciona Riva Palacio en sus características de la misma- es la proximidad: en cuanto más próxima sienta el lector una noticia, más interés le producirá. Sin embargo la periodista Eliana Rozas apunta a la necesidad de redefinir precisamente estos términos: Propone un vuelco en el procedimiento y privilegiar el principio de proximidad:
“Ese cambio plantea la necesidad de entender ya no la proximidad sólo desde un punto de vista geográfico, ni siquiera psicológico, sino concebida como lo conocido. Esto que acabo de decir equivale a transformar la proximidad en una medida de conocimiento, al igual que la novedad, sólo que de signo contrario. Es decir, la novedad como parámetro de lo desconocido y la proximidad como parámetro de lo conocido. Eso que concebimos como lo ‘conocido’ no es sino lo cotidiano” (…) sin embargo, la proximidad geográfica no deja de tener importancia, siempre y cuando esté condicionada por el grado de afectabilidad al núcleo de interés personal del hombre o su grupo. [40]
Podríamos continuar con una revisión exhaustiva de cada concepto, y de cada término de la jerga periodística y a cada paso encontrar otras situaciones similares, como la distinción de editor “responsable de la edición” casi equivalente a director, contra la de editor “redactor que recorta y corrige las notas de otros” y muchas más que son confusas, indefinidas, repetitivas o peor aún, ni siquiera forman parte de la lengua española y son metáforas o alegorías del hecho periodístico que busca describir: “chacaleos”, “entrevistas de banqueta”, “debe de debe”, “levantones”, “refritos” y tantos más que revelan un problema específico: es necesario que el periodismo revise, delimite, precise y redefina muchas de sus categorías y las universalice de modo que se conviertan en parte de un lenguaje para todos los miembros de un gremio que puede aspirar a convertirse en una ciencia, aunque de momento sean ellos mismos los que –como veremos más adelante- parecen más reacios a darle esa categoría.


1.4 Opinar o no opinar: ¿Hay ahí un dilema?
Tradicionalmente los géneros periodísticos se han clasificado en géneros informativos y géneros de opinión. Más recientemente se ha hablado de géneros interpretativos. Una de las primeras cosas que se enseña a los estudiantes de nota informativa –el primero de los géneros de información y base los otros- es que en aras de la objetividad no pueden usar ni siquiera adjetivos calificativos, mucho menos emitir una opinión porque eso es función de otros géneros.
Sin embargo, antes de la publicación del hecho noticioso, éste es sometido a una cantidad enorme de opiniones que la evalúan, clasifican y modifican. Para que una noticia llegue a las planas, pasa primero por el criterio del reportero que decide muchas veces si vale la pena cubrirla o no, sobre todo si tiene varias órdenes de trabajo el mismo día, lo que ya implica una valoración ajena al hecho noticioso: jerárquicamente ¿es más o menos importante que las otras noticias? Luego vendrá el redactor que edite la información en función de su criterio personal pero también de los que el SPI le impone, como la línea del periódico y en el caso de las revistas de información general, por su periodicidad, la posibilidad de publicar o no depende de la vigencia del hecho noticioso del momento en que ocurra al de la publicación.
La cantidad e importancia de las noticias ocurridas en un día determinará también las decisiones sobre si editar –recortar, resumir- una nota o eliminarla. Pero la venta de espacios publicitarios generará las mismas disyuntivas, más las decisiones políticas que llevan a la censura y la autocensura. Y en todas estas decisiones que definen qué se publica, qué no se publica y si sale en dos o más entregas o sólo se publica un fragmento, desechando lo demás ¿no hay una enorme cantidad de opinión? Al evaluar la noticia se jerarquiza no sólo su importancia dentro de la publicación, sino que se sugiere a los lectores la importancia que tiene dentro de la realidad.
“El redactor, en contra de lo que dice el Diccionario de la Real Academia Española, no es la persona que ‘pone por escrito cosas sucedidas, acordadas o pensadas con anterioridad’. Es el profesional de un medio de comunicación periodística que tiene habitualmente capacidad de decisión sobre estas tres cuestiones: sobre los temas o asuntos que van a ser abordados, sobre las fuentes que van a ser utilizadas y sobre las formas expresivas concretas en que los mensajes informativos van a ser plasmados. (....). De entrada (...) todos los redactores tienen una cosa común dentro del trabajo periodístico: clasifican la realidad, según feliz descripción de Aguinaga. Aíslan, ordenan e interpretan los hechos que continuamente se están produciendo”. [41]
Lo que Martínez Albertos señala en esta cita, es su coincidencia con de Aguinaga en el sentido de que el criterio del periodista funge como un ordenador de la realidad, pero al ordenarla o clasificarla, la están re-creando.
Cada mediación entre reportero y redactor, jefe de información y reportero, jefe de redacción y jefe de información, editor en jefe, director etc. conllevan fragmentos de esta re-creación y con ello de modificación de las percepciones de la realidad que pueden o deben tener sus lectores. En el caso específico de una prensa étnica como la de los latinos en Estados Unidos o el periodismo cívico con pretensiones distintas a las de la gran prensa institucional esto puede ser de capital importancia, pues sin que se convierta en la autorización para la impunidad que referíamos antes, si lo es para “dar línea” de pensamiento e incluso de acción a sus lectores.
Más aún, el reconocimiento de la función del periodista como ordenador, clasificador y creador de visiones de realidad y/o de la realidad misma, se relaciona con la aceptación o rechazo que pueden tener esos tipos de periodismo y los medios que los practican con el concepto de objetividad, que en muchas ocasiones se ha elevado al rango de dogma del periodismo y en particular del periodismo estadounidense, que es su inventor y máximo promotor.
1.5 Funciones del periodismo
Tradicionalmente se han asignado una serie de funciones a la labor periodística, mismas que se construyeron con la evolución de esta actividad, de manera pragmática. La Comisión Hutchins planteaba, en un intento de hacer la taxonomía de las responsabilidades sociales del periodismo, que éste debía proporcionar:
1) una relación verídica, completa e inteligente de los acontecimientos diarios, en un contexto que les dé significación.
2) un foro para el intercambio de comentarios y críticas.
3) una imagen representativa de los grupos que constituyen a la sociedad.
4) la presentación y clarificación de los valores y objetivos de la sociedad.
5) un acceso completo al acontecer diario. [42]
Sin embargo, además de las que la praxis nos ha otorgado, hay otras funciones de la prensa que deben ser estudiadas como parte del periodismo, pues en algunas de ellas se encierra la posibilidad de darle categoría de ciencia en un futuro.
1.5.1 Función de certidumbre
La ausencia de información sobre su realidad lleva a los ciudadanos a vivir de sorpresa en sorpresa. El conocimiento de disposiciones gubernamentales, leyes, sanciones que les corresponden y hasta de detalles mucho más cotidianos y vulgares como el estado del tiempo o el cierre de vialidades por una manifestación, proporciona al ciudadano una forma de seguridad. Es en ese sentido que podemos afirmar que una de las funciones del periodismo es la de dotar a sus lectores de certidumbre, o si se quiere de reducir la incertidumbre.
Existen dos tipos de certidumbre, una subjetiva o de fe, y una objetiva o de evidencia. La primera tiene un arraigo emocional, dogmático y en ocasiones ciego, como la que proporciona la religión, que nos lleva incluso a dar explicaciones a los hechos, que no explican nada pero que justifican las fallas de tales certezas: “Es la voluntad de Dios”, “Si así lo quiso Dios fue por algo” o “Dios sabe lo que hace”. En cambio la certidumbre objetiva o de evidencia se basa en las pruebas que dan autoridad moral a una proyección, y es en la que se fundamentan los hechos científicos.
“...lo opuesto a incertidumbre es certidumbre, equiparada a evidencia y sinónima de seguridad, aserto y posesión de información (…) ‘la certidumbre subjetiva conlleva un asentamiento, pero no el fundamento de este asentamiento. La certidumbre objetiva conlleva el fundamento del asentamiento-fundamento que puede ser un testimonio o una autoridad digna de creencia’. Si adoptamos este criterio, mientras no se demuestre su invalidez, el concepto de certidumbre y por extensión el de incertidumbre, en materia periodística y de comunicación, puede arrancarse del sentido de certidumbre objetiva. Luego, todo testimonio, indicio, dato o informe ‘digno de creencia’ es capaz de reducir la incertidumbre y ésa es una tarea periodística integral (…) Según Ferrater Mora ‘La certidumbre de evidencia es más perfecta en lo que toca al conocimiento. La certidumbre de la fe, en cambio, puede ser más perfecta en lo que atañe a la firmeza misma de la adhesión, sobre todo cuando se trata de una certidumbre sobrenatural y no simplemente natural o humana’ ”. [43]
Si bien información y noticia tienen relación pero no son lo mismo, sí se puede afirmar que el principio de certidumbre objetiva aplica sin problemas para el ámbito periodístico.
“El terreno de la información linda con el de noticia al momento en que se considera a ésta elemento de reducción de incertidumbre por efecto de la cantidad informativa que carga y por el grado de sorpresa que es capaz de producir en el receptor. Consideremos lo que entiende Singh por información:
‘La medida de nuestra libertad de elección, al escoger un mensaje del conjunto de mensajes disponibles, aunque muchos de ellos carezcan de significado’.” [44]
1.5.2 Función Taxonómica
Otra función que ya hemos esbozado antes es la taxonómica. De Aguinaga parte de la conocida historia del periodista que tras recorrer media África en busca del Doctor Livingstone, lo encuentra realizando sus estudios en una choza perdida tras años de no tener contacto con la civilización. Con la típica flema inglesa, el reportero se acerca al único hombre blanco en miles de kilómetros a la redonda y saluda con un “El Doctor Livingstone, supongo”.
Esta parte de la historia es la más conocida, la que no lo es tanto es la segunda parte de la conversación, que a decir de Aguinaga debería estar inscrita en los muros de todas las instituciones que imparten periodismo en el mundo. Cuando el periodista le entrega las cartas de sus familiares y amigos y pretende darle tiempo para que las lea, Livingston le responde que ha esperado varios años por esas cartas así que puede esperar algunas horas más. En cambio le pide que le cuente “¿Qué pasa por el mundo?”, la pregunta a la que debe responder cada día y para cada lector el periodismo.
“Frente a la tradición y contra lo que cabría esperar, la esencia del Periodismo no es la redacción, entendida como forma de escritura. Así, atisbo la idea de que el Periodismo no es solo la persecución de la noticia (versión heroica y cinematográfica) o la escritura urgente (versión talentosa y artística) o la influencia en la mentalidad pública (versión magistral y redentora), sino que hay algo que ahí está, en el fondo, pero que todavía no llamamos por su nombre. Y así lo dejé escrito (…):
...hemos visto como, por diversos y a veces complicados procedimientos, el reportero procura contestar a la pregunta de Livingstone (¿Qué pasa por el mundo?), que es la pregunta del lector de periódicos. Tiene que haber una mente superior en el periódico para ensamblar las piezas del mosaico de la realidad. La cuestión final es la de si tal composición se verifica correctamente, en la debida proporción.” [45]
Es conocida la teoría según la cual en el universo la mayoría de las cosas tienden al caos (ley de la entropía). Para reducir ese desorden natural en las cosas, el periodismo ordena los hechos, los sistematiza, los relaciona y los hace comprensibles para el lector. No se trata de hacer una mera cronología de sucesos del acontecer cotidiano al estilo de las efemérides, sino de explicar mediante periodos que van de un ejemplar al otro.
“Para mí, la primera formalización de aquella idea esencial se produce en la Escuela Oficial de Periodismo de Madrid, cuando, en octubre de 1957, en la apertura de curso, escucho la lección del doctor Beneyto que expone el concepto de periodificación, como fundamento de la dimensión científica del periodismo. En un párrafo de aquel discurso se concentra la proposición. Es un párrafo cargado de sugerencias:
Una de las raíces olvidadas, entre las que pueden servir de etimología del término Periodismo, es aquella nos trae el regalo del concepto de periodizar o periodificar, que consiste en agrupar las ideas y los acaeceres en las parcelas determinadas por la cronología. Partiendo de ahí, los hontanares del Periodismo encuentran sabores de ritmo y vigores de método. Porque en realidad el periodista, es, antes que otra cosa, un ordenador de informaciones y opiniones.” [46]
Pero al hacer tal clasificación, el periodista arriba a otro estadío que es el de la ciencia. Se distingue aquí entre dos conceptos: periodicidad y periodificación. Uno se refiere al lapso en que se prevé la aparición puntual del siguiente ejemplar –o de cualquier hecho específico y previsible como la salida del sol o la llegada del invierno- y la otra a la clasificación en periodos que hace el periodismo de nuestra realidad. La implantación de la televisión y la extensión de la radio como medios populares de comunicación, señala de Aguinaga, “asientan la técnica de la información instantánea y continua, arrebatando a la prensa, típicamente periódica, la primacía de la noticia. Vivimos inmersos en un sistema periodístico que es un continuo aristotélico. Así se entiende fácilmente la crisis de la periodicidad periodística. El Periodismo, desde su dimensión científica, ya no lo es tanto por la periodicidad, por su cadencia rítmica, como por la periodificación, por su sistema clasificatorio”. [47]
Para probar que este aspecto es, si no suficiente, al menos sí muy significativo en tanto particularidad del quehacer científico, de Aguinaga nos remite a algo que la mayor parte de los periodistas seríamos incapaces ni de sospechar siquiera: el parentesco entre periodismo y tabla periódica de elementos químicos.
“Cuando, en la (asignatura de) Química del bachillerato, aprendía la tabla periódica de los elementos, establecida sesenta años antes por Dimitri Ivanovich Mendeleyev en 1879, no podía suponer ni remotamente que aquella tabla periódica tuviera el menor parentesco con el Periodismo al que, luego, me dedicaría. La tabla de Mendeleyev se denomina periódica, en cuanto clasificatoria, en cuanto sistema de clasificación de los elementos en razón de sus pesos atómicos, del mismo modo que el Periodismo, en cuanto periodificación, es un sistema de clasificación de la realidad en razón de la importancia de los hechos, sistema que enlaza con la tradición de la Taxonomía, representada por Linneo, como gran clasificador de la Naturaleza”. [48]
Por eso de Aguinaga califica a la periodificación como la esencia científica del periodismo, la cual a su decir, no contraviene ninguna de las otras funciones ni los conceptos tradicionales que sobre periodismo ya están establecidas.
1.5.3 Función transformadora
Tocaremos ahora la función transformadora del periodismo, que deviene de la anterior. Una vez que la realidad ha sido ordenada, organizada y clasificada para la comprensión de los lectores se la ha transformado. Más allá de que (de momento) los hechos continúen siendo los mismos, al adquirir un orden y una coherencia que nos permita explicarlos, su periodificación los ha transformado en conocimiento. Así, “para la Teoría del Periodismo, como teoría propia, claramente diferenciada de la Teoría de la Información y de la Teoría de la Comunicación, se derivan tres cuestiones capitales: primera, en qué consiste la importancia periodística; segunda, métodos para su determinación y selección en cada caso; y tercera, criterios de valoración de los elementos seleccionados para componer, con arreglo a esta valoración, el conjunto final”. [49]
Más aún, el hecho de que la información haya sido clasificada, ordenada y organizada y con ello comprendida por el lector, luego de los procesos a la que la hemos sometido desde la cobertura hasta la publicación, que pasan por la redacción, la corrección de estilo, el diseño editorial, etc., la han convertido en un producto artificial que no es lo mismo que falso.
“No acaban aquí las consecuencias del análisis teórico. El Periodismo, al clasificar la realidad de modo interpretativo, crea nueva realidad. La actualidad es una ‘invención’ de los periodistas, que recrean los hechos para facilitar su conocimiento general, escribe el profesor Benito. Así se puede decir que el hombre informado periodísticamente vive una realidad artificial, que no falsa, en cuanto es producto de la aplicación de una tabla de valores (concepción ideológica del mundo, decía directamente el profesor Hudec) que distribuye la importancia y el interés de los hechos con el criterio subjetivo del medio”. [50]
El siguiente paso es que el hecho noticioso procesado y comprendido por el lector produzca en él una serie de reacciones que van de la mera indignación o la toma de una postura de simpatía o antipatía hacia los hechos y sus protagonistas, hasta la ideologización y realización de actos concretos como respuesta a la realidad. El lector informado no es indiferente, se vuelve actuante y en ese sentido el periodismo transforma realidades. Si a ello se añade el enorme peso moral, la credibilidad que tiene en nuestras sociedades la palabra impresa, al decir que el periodismo es una ciencia en formación cuya práctica sirve para transformar la realidad, no se estaría exagerando ni un poco.
“La traducción vulgar del principio de Werner Heisenberg, (1901-1976), Premio Nobel de Física (1932), fundador de la Mecánica Cuántica y autor del principio de indeterminación, según la cual, para el observador, toda realidad por el hecho de ser medida queda modificada, podría parafrasearse aplicándola a la función periodística, en cuanto observación y medida de la realidad, que así aparece como una sucesiva efemérides persuasiva y, por ello, generadora de nueva realidad.
La naturaleza intrínsecamente interpretativa del Periodismo con su acompañamiento de opiniones contingentes no solo plasma los valores de la importancia y el interés (lo que importa y lo que no importa, lo que interesa y lo que no interesa, en cada momento) aprobando y desaprobando la realidad, sino que establece la frontera de lo deseable y lo rechazable, que inevitablemente se trasmite como mentalidad y, en definitiva, como conducta potencial, capaz de generar una nueva realidad”. [51]
1.5.4 Función visibilizadora
La función histórica de la censura ha sido mantener en el desconocimiento de la realidad o de un fragmento de ella a las personas. Por oposición, al hacer la taxonomía de la realidad volviéndola comprensible se la convierte en lo opuesto a lo que busca la censura: el conocimiento. Lo que no se conoce –lo desconocido- o no se publica, no existe.
Así, mientras el público desconozca la práctica de torturas a opositores por parte de un régimen dictatorial, tal violación a los derechos humanos es inexistente (obviamente, excepto para el torturado, si es que sobrevive).
“El sistema periodístico ha elevado a categoría cotidiana el axioma de que sólo existe aquello de que se informa y con este axioma la posibilidad de la aniquilación de la realidad por las censuras, desde las más toscas, gubernamentales y transitorias, a las más sutiles, ocultas y permanentes. Así se ha acuñado la expresión dictadura de los medios y el neologismo democratura (fusión de democracia y dictadura).
¡¿Puede decirse, así, que la realidad de mañana, sobre la que habrá de operar el Periodismo, es una realidad impensada?” [52]
De lo anterior se desprende que una de las funciones del periodismo es la visibilización de fragmentos de la realidad. Los indígenas en México no tuvieron existencia social ni política sino hasta el estallido del movimiento zapatista que no pudo ser ocultado por la censura. Y en el caso de los latinos en Estados Unidos, a los que escasamente se dedica el 0.75% de las notas periodísticas en la radio y televisión anglosajonas pese a ser el 13% de la población (y dos tercios de ellas son para relacionarlos con delitos y terrorismo), se les ha condenado a una invisibilidad que probablemente sólo la prensa hecha por latinos pueda atacar.
1.6 ¿Puede o no ser ciencia el periodismo?
Aunque actualmente no exista como tal una teoría del periodismo ni puede aún describirse a esta actividad como una ciencia, hay elementos suficientes que nos permiten vislumbrar esa posibilidad. Si partimos de la publicación del Daily Courant o del Zeitung como momento fundacional del periodismo (S. XVIII) estaríamos ante una ciencia jovencísima, y aunque existan antecedentes con los que pudiera equiparársele, lo cierto es que un verdadero periodismo data del S. XIX. Su corta trayectoria hace que ni siquiera los mismos periodistas la reconozcan como ciencia.
“…el periodismo no dispone de una teoría por más que en ocasiones ésta se haya querido inventar de forma artificiosa. El periodismo es, en esencia, una práctica sobre la que, a veces, se puede teorizar. Pero no al revés”. [53]
“¿Es el periodismo una ciencia? Difícilmente. Hay dos maneras de identificar aquello que entendemos como ciencia: un campo de conocimiento organizado para el que se conocen y/o se investigan unas leyes que gobiernan las interacciones en esa esfera, y un conjunto de las prácticas y los marcos teóricos que se utilizan para estudiar determinado tipo de temas partiendo, como lo demostró Kuhn, de un paradigma (…) El periodismo no parece encajar bien en ninguno de esos moldes” [54]
Aún como disciplina académica, la actividad periodística no llega a un siglo de existencia, pues la más antigua entre sus escuelas cumplirá en este año 90 años.
“La ciencia del periodismo, a nivel de disciplina académica, nace en 1916 con la fundación del Leipziger Institut für Zeitungskunde, en Leipzig, bajo la conducción de Kart Bücher.
“Se planificó una disciplina científica basada en el material disperso sobre el periodismo, tanto en lo concerniente a la técnica de elaboración de noticias como en lo tocante a la ética, estética, sociología y economía de esta naciente materia universitaria.
“La enciclopedia del periodismo, con el mismo criterio, se autodefine científicamente como un tratado de la práctica periodística: ‘en el presente volumen se recopilan las enseñanzas que se han juzgado indispensables para la preparación de aquellos que quieren ejercer la profesión periodística, así como las experiencias de muchos que con plena autoridad la ejercen’ ”. [55]
Algunos especialistas de otras áreas contribuyeron a que se considerara al periodismo y algunos de sus productos, como la opinión pública, como objeto de estudios científicos serios:
“Franz Adam Löffler transformó la opinión pública en una teoría de la ciencia periodística, lo que significa el paso del estudio del medio y sus productos, a la investigación de los efectos que provoca”. [56]
Con base en los clásicos de nuestro campo –Bücher, Dovifat, Bond- Rivadeneira propone una serie de características para esta ciencia en formación:
“Así, pues, la ciencia del periodismo pertenece al gran campo de interacciones de la comunicación. Los problemas de la comunicación impresa son básicamente los mismos que estudia la nueva ciencia. (…) hasta hoy los objetos de la ciencia periodística son la noticia, la opinión pública, los medios masivos, las fuentes de información, la ética periodística, la objetividad y subjetividad en la elaboración de contenidos de mensajes, los efectos de las informaciones sobre el receptor, la libertad de prensa, etc. los intereses científicos en estos y otros campos constituyen no leyes inmutables, sino acercamientos a lo fenómenos a través de varias, disciplinas. La ciencia periodística es, en este sentido, una ciencia multi e interdisciplinaria, sin contar con el auxilio de otras ciencias, nada sabríamos acerca de la comunicación”. [57]
Curiosamente, cuando Rivadeneira califica al periodismo como una ciencia multi e interdisciplinaria no deja de concederle cierta razón al periodista español Miguel Ángel Bastenier cuando señala “somos lo que no acabamos de ser”, y sin embargo pocos periodistas manifiestan tan abiertamente su oposición a que la disciplina tenga posibilidades de considerarse ciencia. Hay aquí dos interpretaciones opuestas:
“… Buscamos enfocar el tema según la teoría general de los sistemas y la ciencia de la comunicación, una interpretación del periodismo impreso como punto de partida para la estructuración de una ciencia del periodismo”. [58]
Por su parte, el también español Enrique de Aguinaga –que coincide más con Rivadeneira que con su compatriota- plantea siete ideas para arrancar hacia la consideración científica del periodismo, a saber: mundo, realidad, actualidad, clasificación, importancia, selección y valoración. [59]
Mientras el punto de partida de de Aguinaga para comprender al periodismo como ciencia es la periodificación de la realidad que hace esta disciplina, el camino que sigue Rivadeneira es el contrario: usa un método de análisis ajeno al periodismo –la teoría de los sistemas- y con base en él estudia desde tres perspectivas diferentes a la prensa.
“… Proponemos el análisis del periodismo impreso bajo el esquema tripartito de Pierce, Morris y Carnap; sintáctica, semántica y pragmática de la comunicación aplicable a las señales impresas. Es este orden trataremos con las señales físicas del producto de medio impreso, la naturaleza, producción y transformación de ellas, así como la percepción y leyes de organización que las rigen.
“En segundo lugar, trataremos del carácter significante de las señales; toda señal física porta un espíritu, un contenido significativo para alguien. Como la comunicación impresa es rica en signos y señales visuales, corresponde prestar atención a los significados. La penetración en este campo implica una aproximación a las ciencias de la semiología y la lingüística o, si se quiere, el empleo de los instrumentos de la semántica general, desde el punto de vista de los lógicos. (…) Los códigos de que se vale el periodismo en sus diversas y cada vez más especializadas formas, la estructura de ellos, las derivaciones, sus elementos constitutivos, las nociones de indicio, señal, signo, símbolo, subcódigos, códigos subyacentes, cuasicódigos, y otras de que están llenas los tratados de ciencia de la comunicación, nos imponen una reflexión en torno al mismo código que se usa para la metacomunicación, es decir, para hablar o comunicarse acerca de ella.
“En tercer lugar, nos ocuparemos de la pragmática, interesan aquí los mensajes que se dan dentro de una relación psicosocial y los efectos psicosociales del mensaje impreso. Integran está área tanto las formas funcionales del periodismo como la educación, la propaganda y la libertad de expresión y la ética periodística”. [60] Para tratar de simplificar la visión de esta metodología, la hemos estructurado asÍ:


ANÁLISIS DE LA PRENSA COMO CIENCIA DE LA COMUNICACIÓN

Objeto de estudio
Metodología (modo de análisis del objeto de estudio)

Elementos que componen al objeto de estudio









Periodismo Escrito








1.- Sintáctica
(Pierce)
1.1 Señales físicas del producto de medio impreso.
1.2 Naturaleza de las señales físicas del medio impreso.
1.3 Producción de las señales físicas del medio impreso.
1.4 Transformación de señales físicas del medio impreso.
1.5 Percepción de señales físicas del medio impreso.
1.6 Leyes de organización que rigen las señales físicas del medio impreso.




2.- Semántica
(Morris)
2.1 Carácter significativo de las señales y signos visuales.
2.2 Códigos periodísticos por formas especializadas.
2.3 Estructura de los códigos periodísticos.
2.4 Elementos del código.
2.5 Indicio, signo, señal, y símbolo.
2.6 Metacomunicación de la prensa.



3.- Pragmática
(Carnap)
3.1 Mensaje periodístico dentro de una relación psicosocial.
3.2 Efectos psicosociales del mensaje impreso.
3.3 Educación social a través de los medios.
3.4 Propaganda (ideológica) a través de la prensa.
3.5 Libertad de expresión.
3.6 Ética periodística.
(Elaboración propia). Rivadeneira Prada, Raúl. Periodismo: la teoría general de los sistemas y la ciencia de la comunicación. Trillas, 2002. México.
Si bien hasta aquí el análisis de Rivadeneira es viable, sus propuestas para realizar la evaluación de los hechos noticiosos y determinar de un modo estadístico el valor de cada noticia y con ello el espacio y ubicación que debería dársele a cada una dentro de las planas del periódico, parece en este momento un exceso cientificista, sobre todo si se conoce la premura con que se procesa la información, cuánto puede variar su trascendencia en función del tratamiento que le dé un redactor u otro -que puede ir desde la decisión de no cubrirla por considerarla intrascendente hasta la de pelear por un mejor y mayor espacio para determinada información por parte del reportero- y la volubilidad del hecho noticioso.
El método consiste en asignar un valor 10 a un hecho noticioso considerado como “la nota de ocho” del día y un valor 1 a otro hecho considerado como el último en importancia de los que lograron alcanzar un espacio en las planas de hoy. El resto de la información tendría que recibir una asignación numérica que determinaría su extensión, página en que se publica, lugar de la plana según los parámetros de importancia establecidos en el periodismo, tamaño de la tipografía en cabezas, etc.
Los reporteros que acudieron una mañana a cubrir un desayuno rutinario con el político José Francisco Ruiz Massieu, o los que acudieron a Lomas Taurinas para la cobertura de uno más de los actos de campaña a que cada seis años y por siete décadas nos acostumbró el PRI, nunca supusieron que asistirían a los crímenes políticos más sonados de la política nacional desde el asesinato de Álvaro Obregón.
Eso que Bastenier denomina el blanco móvil de las noticias, las que asaltan a la sociedad de un modo imprevisto y por ello son las más apreciadas por los reporteros, no permitirían –insistimos, en este momento, aunque pudiera ocurrir en el futuro- la aplicación de este método, al que por ende hay que descartar pero sólo por el momento.
“La utilidad de la regla propuesta sería la siguiente: establecer un equilibrio entre el valor asignado a la noticia y su presentación en el producto de medio, es decir, que si la noticia vale cinco, y cinco representa en la página anterior, parte central, título a tres columnas, con caracteres tipográficos medianos, etc., que se le dé ese tratamiento y no otro. También significa que el estilo de redacción y la extensión de la noticia no rebasen el valor cinco asignado en la escala valorativa madre.
“Téngase en cuenta que razones externas a la institución de medio presionan, a menudo, para que el valor noticioso resulte exagerado por la extensión o la caracterización tipográfica, o expectativas y compromisos económicos, políticos, religiosos y de otra índole llevan al periódico a desfigurar la importancia del hecho amplificándolo o minimizándolo”. [61]
Pero más allá de las presiones externas, las campañas orquestadas por los periódicos en función de los intereses de y compromisos políticos de los jefes y los dueños del medio, etc., de momento es impensable que un método matemático semejante pudiera aplicarse a la prensa sin pasar en algún momento por la valoración de un individuo, lo cual ya modificaría de por sí todo el proceso posterior.
1.6.1 ¿Y por qué aún no es ciencia el periodismo?
Así como existen enemigos teóricos de la idea de una ciencia periodística, los hay prácticos. Y son muchos más.
Independientemente de las discusiones que sostienen quienes defienden o atacan una u otra postura, los reporteros en la práctica atentan todos los días contra el rigor científico y las metodologías de investigación propuestas para la prensa.
Desde la sociedad que permita que cualquiera ejerza como periodista (sobre todo en países de América Latina, tal vez con la única salvedad de Costa Rica, donde se requiere pertenecer al Colegio de Periodistas, uno de cuyos requisitos es el título profesional) parte del desprecio weberiano hacia el oficio determina que no se requiere una formación académica en particular –o incluso, que simplemente no se necesita- para hacer periodismo.
Luego están los propios periodistas que desvirtúan con su quehacer –no siempre muy profesional- a la actividad, incluso con la mejor de las intenciones como preferir ser oportunos con la nota que rigurosos con la investigación. Por ejemplo: ¿Cómo llega el periodista a la conclusión de que algo es noticiable? ¿Qué método emplea para ubicarse ante el problema?
El menos científico de todos: “…no habría que dejar de considerar el ámbito de lo emocional puesto al servicio de aquello que queremos indagar: ‘el olfato periodístico’, ‘la corazonada’, no tienen sustento científico pero son herramientas para poner en crisis el principio de verdad”. [62] Y sin embargo no hay periodista que no haga uso de la intuición que en buena medida, se desarrolla por el conocimiento de las conductas esperables por parte de los diversos actores políticos.
Johnson y Harris apuntan: “La esencia y la magnitud de la noticias se reconoce mejor o se ‘siente’ por intuición o instinto”. Y por empirismo o algo es totalmente inédito para él y lo que llamamos intuición es el ‘olfato periodístico’ de los viejos y avezados buscadores de noticias; se aplica ahora en menor medida que antaño.
“Lo más frecuente es que, ante el hecho, el periodista discurra, acople datos, compare, compruebe –método discursivo- como el filósofo que pretender arribar a la verdad, dejando de lado lo que se oponga a la lógica, para llegar a una conclusión: esto es noticia o no lo es; en todo esto ha actuado como un intérprete.[63]
Aunque Ryszard Kapuscinski dice que el periodismo no es un oficio para cínicos, estos abundan: cuando iniciaba como reportera de guardia en un diario nacional y no lograba comunicarme con el metereológico para obtener el estado del tiempo, otro reportero me sugirió que lo inventara. Creí entonces que el asunto era insólito y que además no se practicaría en noticias importantes. Craso error y esto no sólo tiene que ver con la visión social y la reporteril, sino con los modos de transmisión del conocimiento periodístico que funcionan –y aquí nunca mejor empleada la palabra gremio- al modo del gremio medieval.
Dos caminos para el acercamiento al periodismo. Pero los medios impresos, por su parte, constituían a sus vez (y todavía lo hacen así) escuelas prácticas del periodismo.
“Los periodistas más viejos o experimentados operaban y operan como maestros a la manera de los artesanos medievales con los bisoños reporteros de prensa. La polémica sigue vigente en torno a la cuestión: ¿Se hace el periodista en la práctica o en la teoría? La primer parte de la pregunta denota un punto de vista empírico basado (…) el aprendizaje empírico puede ser muy provechoso, pero pasa por grandes dificultades que sólo puede allanar una sólida formación académica (…) de acuerdo con esta visión, el periodista se hace en el estudio; cualquiera puede ser periodista si tiene la oportunidad de recibir los conocimientos necesarios y los asimila. Poner en práctica dichos conocimientos es cuestión puramente mecánica”.[64]
Mientras tengamos periodistas hechos la usanza del medievo, difícilmente podremos avanzar en la construcción de la ciencia del periodismo, y menos aun en países donde el subdesarrollo se ha traducido en formas sutiles y encubiertas de corrupción, que van desde “volar” la nota (en la jerga del gremio inflarla, o de plano, inventarla) hasta los actores gangsteriles que en los últimos tiempos han vinculado a reporteros y narcotraficantes.
Del mismo modo en que se instituyó en México una fiscalía especializada en delitos contra periodistas, debería crearse un organismo capaz de certificar los actos de estos contra particulares, y en su caso, retirar licencias de ejercicio de la profesión como se hace con médicos, arquitectos y abogados. Y obligar a que quien ejerza el periodismo lo haga sólo mediante la previa preparación en carreras como periodismo, ciencias de la comunicación y ciencias de la información a nivel universitario en instituciones con reconocimiento oficial, pues si la negligencia o corrupción de un médico puede costar una vida, la de los periodista pueden costar muchas, al contribuir a la destrucción del ya dañado tejido social.
“La sociedad se protege contra los que deseen un día ejercer como abogados, ingenieros, arquitectos, médicos, etc., exigiendo que los interesados cursen determinados estudios durante un cierto número de años para que obtengan un papelito enmarcable, en el que se da fe de que esa persona ha adquirido, teóricamente al menos, los conocimientos imprescindibles para ganar algún pleito, para que no se le caigan irremediablemente las casas, o para que no sufran indebidamente los enfermos. La sociedad carece, en cambio, de las debidas garantías contra el abuso o mal uso del oficio o profesión –ambos términos me parecen correctos- de periodista, más allá de lo que la protejan las disposiciones del ordenamiento jurídico vigente. Y siempre a posteriori. ¿Por qué?” [65]
Mientras, la vertiente práctica del periodismo camina a gran velocidad, en buena medida gracias a los avances tecnológicos, la vertiente científica gatea y no se anima a caminar.
“La ciencia periodística se debatió entre dos derroteros marcados por dos exigencia: la demanda en los medios impresos de personal capacitado en el arte del manejo de información y producción de mensajes, es decir, la formación de periodistas y técnicos en tipografía, y la formulación de conceptos teóricos, especulaciones, experimentaciones e investigaciones para la profundización en los fenómenos inherentes a la comunicación impresa.
“Tal vez sería más correcto denominar a estas dos vías del periodismo como la técnica y la teoría, respectivamente; vertientes ricas e inagotables de conocimiento para el estudio de la materia.
“Por los derroteros práctico y teórico, el periodismo avanzó a velocidades dispares: en automóvil por el primero; en carretera por el segundo.[66]
Más que en Europa y Estados Unidos, es en países subdesarrollados y en grupos minoritarios como los de los Latinos en Estados Unidos donde se vuelve pertinente el cuestionamiento de Enrique de Aguinaga: “La pregunta, la última pregunta de este discurso sobre la dimensión científica del Periodismo, es la de si resulta imaginable y, siendo imaginable, si fuese posible un sistema periodístico distinto, un sistema periodístico con otra base. Esta es la hipótesis provocadora de un auténticamente nuevo periodismo que no estuviera regido por la alteración.
“Un hipotético Periodismo de aquella nueva traza requiere evidentemente un ámbito social igualmente nuevo. Desde su dimensión científica, quede aquí el reto intelectual del diseño teórico de un nuevo Periodismo para una nueva Sociedad o de una nueva Sociedad para un nuevo Periodismo. [67]
Por supuesto que más que construir una sociedad nueva para un nuevo periodismo la opción viable es que ambos se construyan juntos, para superar las aberraciones de las que habla de Aguinaga: “La base del sistema periodístico es, por definición, cuestión fundamental. La base actual del sistema periodístico dominante es la alteración frente a la normalidad, base que tiene su expresión en las tres aberraciones inherentes: el Periodismo como estado de modificaciones de la realidad, el Periodismo como satisfacción de la demanda y el Periodismo como actitud apriorística. (…) La pregunta, la última pregunta de este discurso sobre la dimensión científica del Periodismo, es la de si resulta imaginable y, siendo imaginable, cómo sería posible un sistema periodístico distinto, un sistema periodístico con otra base. Esta es la hipótesis provocadora de un auténticamente nuevo periodismo que no estuviera regido por la alteración.[68]
1.6.2 ¿Dónde se ubica el periodismo?
Si bien el mapa curricular de las escuelas de comunicación parece no dejar lugar a dudas de que la actividad periodística se enmarca en este ámbito, también lo es que hay una buena cantidad de conocimientos que los científicos sociales de otras especialidades comparten con los periodistas. Las instituciones que imparten la carrera de periodismo deben incluir entre sus asignaturas historia, economía, ciencias políticas, sociología y literatura. Y es que como señala Bastenier, el periodismo carece del corpus o currículo el conjunto de doctrinas o normas que pueden estructurarse a modo de un compendio que permita escolarizar la disciplina. [69]
El problema es mayor si creemos con Rivadeneira que “la comunicación no ha sido definida aun precisamente ni como fenómeno natural ni como fenómeno humano ni como disciplina científica, toda nuestra cultura puede sintetizarse en el esfuerzo humano por establecer nexos comunicativos a través del arte, la ciencia, la filosofía y la literatura (…) Es probable –dicen los especialistas- que nada de lo que ocurra en el campo de la información en una máquina puede dejar de ocurrir en el organismo humano o, mejor aún, en el cerebro humano. En su sentido más amplio, la comunicación es el nexo de interacciones tanto en biología como en la psicología y sociología, y en todo fenómeno natural o creado por el hombre. En consonancia con la teoría general de los sistemas, agregamos que la comunicación es un proceso inherente a todos los sistemas abiertos, en virtud del cual los elementos emisor y receptor intercambian información a través de un medio.
“La comunicación periodística se basa en el principio de reducción de incertidumbre con tendencia a cero.[70]
Aun así, el propio Rivadeneira define a la comunicación y al periodismo: ¿Qué es la comunicación? Bajo la definición de Baumhauer “Se puede definir la comunicación como el encuentro de un organismo viviente con su medio o entorno, cuando se entiende por dicho encuentro la recepción de informaciones sobre el mundo circundante y una reacción a la información recibida”. Lo que en la definición de Baumhauer aparece con el nombre de informaciones es para el periodismo impreso el equivalente de acontecimientos, sentimientos e ideas de naturaleza noticiosa.[71]
Podríamos también decir que el periodismo es la expresión máxima de la capacidad humana de interpretar el mundo que lo rodea, dando valor de información a ese entorno, a fin de transformarlo en beneficio propio. El hombre primitivo que aprendió a interpretar las nubes negras y los rayos como indicio de una próxima tormenta convirtió a esos elementos naturales en información que luego puso a su servicio. Y en cuanto fue capaz de transmitir a otros ese conocimiento, la información se volvió comunicación, aunque faltaban milenios para que se difundiera de modo masivo y periódico.
Pero además, la capacidad individual de obtener información y procesarla, la comunicación coadyuvó a la conformación de castas y/o clases sociales que llevarían a unos individuos a las elites del poder y a otros a la marginalidad…la información nos lleva a presenciar el fenómeno del flujo informativo, es decir el amplio repertorio de mensajes de que disponemos y del cual elegimos el o los mensajes que nos interesan. Por extensión, todo cuanto rodea al hombre es potencialmente información, con la sola condición de que influya sobre él en alguna forma de conocimiento y modifique o transforme completamente su comportamiento. Poseer información, en este contexto amplio, es igual a tener elementos de conocimiento para la adquisición de patrones de acomodación social, para la participación, acción y decisión dentro del grupo sociocultural. El fenómeno de la marginalidad social es en gran medida un problema de información y formas de comunicación. No toda información es noticia periodística, pero sí que toda noticia periodística pertenece al mundo de la información.[72]
Incluso una de las discusiones más añejas es la de que el periodismo no puede ser comunicación sino mera información, en tanto no admite una retroalimentación por parte de los lectores. Si bien creemos que esa es una postura maniquea y casi dolosa pues bajo los parámetros de quienes hacen tales afirmaciones ni radio ni televisión son comunicación y de hecho sólo el diálogo frontal que llamamos comunicación interpersonal podría denominarse así, también lo es que sí existe una retroalimentación que, aunque no ofrece igualdad de condiciones para los interlocutores, sí se refleja de modos diversos: la destitución de un funcionario público por la presión social ejercida tras una denuncia periodística (en estos días el caso del gobernador Mario Marín exhibido por La Jornada, y al que la ciudadanía poblana ha pedido dimitir mediante manifestaciones multitudinarias), el rechazo de los lectores cuando sienten traicionada su confianza por la postura política de un diario (la caída vertiginosa del unomásuno a raíz de su editorial para promover al candidato priísta Francisco Labastida -Labastida o el caos- hasta llegar a un tiraje un millar para una ciudad de 20 millones de habitantes… y que encima tenía devoluciones del 70%) o simplemente el uso de espacio mediante cartas al director.
A ese respecto Rivadeneira ofrece la siguiente clasificación de formas de retroalimentación del SPI:

El volumen de circulación como grado de aceptación del público
Segundos flujos de información en que la gente comenta y reproduce los mensajes del medio
Actitud del público en respuesta a las campañas periodísticas
Influencia de los medios en los niveles de toma de decisión del gobierno y de otras instituciones
Volumen publicitario y preferencias de los publicistas por determinados medios
Grado de participación del público en sorteos administrados con el método de emisión y canje de cupones
Sondeos y encuestas de los medios destinados a identificar gustos y preferencias de público
La frecuencia con que otros medios, especialmente las agencias internacionales, citan a un medio o reproducen su mensaje
La frecuencia con que los medios periodísticos toman parte en la solución de conflictos intersectoriales, mediaciones sociales cuyos resultados se difunden por diversos medios
Las cartas de los lectores
La crítica al comportamiento periodístico confunde la retroalimentación con la participación del receptor en el manejo de la información que son cosas distintas pero no excluyentes.[73]
Cabe subrayar que del mismo modo en que grupos sociales reaccionan a la publicación de ciertos hechos noticiosos, los periódicos reaccionan (o se mueren) ante factores como la caída de las ventas, expresión del rechazo de sus lectores a su política editorial, o al retiro de anunciantes (aunque en el caso mexicano, plagado de peculiaridades, el mayor anunciante es el gobierno, y por ende el retiro de publicidad no responde a criterios comerciales sino de presión política, de hecho, de castigo a la desobediencia) y el caso de agresiones directas contra el edificio del periódico o los boicots contra su venta como ocurrió en el caso de La Opinión de los Ángeles, cuando adopto la postura oficialista mexicana sobre los disturbios de 1968 en la Ciudad de México, política editorial y se rechazó abiertamente la comunidad méxicoamericana joven.
Y es que si, como se estableció antes, una función del periodismo es la de visibilizar ciertos problemas, grupos sociales, etc., estamos ante una actividad de naturaleza subversiva que cuando menos lo es, menos es periodismo y más se acerca a la propaganda política oficialista.
“La invención de la imprenta desprivatizó el usó de los bienes culturales, científicos, filosóficos y tecnológicos que pasaron del uso exclusivo del clero y la nobleza a laicos y luego al pueblo. Con ello, hubo una propagación de escritos heréticos, injuriosos, y los subversivos hacia la autoridad religiosa. El poder propagador y multiplicador de la imprenta incubó la reforma en los lectores de la época. Tal poder devendrá con los siglos en la propaganda o divulgación de ideologías no siempre favorables al poder político, económico o religioso y así, en principio la actividad periodística es, por naturaleza, subversiva. Su adhesión al poder es una desviación de sus principios y naturaleza, que le convierten más en un dogma oficial y menos en periodismo, el llamado ‘periodismo de estado’ vs. ‘prensa pública’ entendida como un servicio a la sociedad que le sostiene”.[74]
Aquí habría que hacer la distinción entre Periodismo de Estado y Prensa Pública. Se entiende por periodismo o prensa de Estado aquella que está al servicio de los intereses gubernamentales aunque se contrapongan a los de la ciudadanía, la cual sale doblemente defraudada, primero porque ese tipo de prensa siempre está subvencionada con dinero del erario (o sea, del ciudadano), y luego porque el precio que paga por un periódico supuestamente para informarse acaba sirviendo para que reciba sus diarias dosis de ideología oficial y de medias verdades o descaradas mentiras. En tanto, un periodismo público, subvencionado con el dinero del ciudadano, esta precisamente por ello al servicio de éste, y aunque por la estructura de los modernos Estados ese dinero tiene que pasar por manos gubernamentales para llegar a los medios públicos, estos no estarían obligados a amafiarse con el poder, a compartir sus posturas (sobre todo si son contrarias a las de la mayoría de los ciudadanos) ni a evitar las críticas a políticos, partidos o gobiernos en el poder.
En México esto suena utópico sino es que hasta infantil tras 70 años de gobierno autoritario ejercido por el mismo partido con distintas caras, y de las enfermizas relaciones que se establecieron entre el Estado y la Prensa; sin embargo así han funcionado algunos medios, mismos que cuando dejan de cumplir con esas expectativas son sometidos al escrutinio público. Tal es el caso de la BBC de Londres, que ha hecho severas críticas al gobierno británico en diversos momentos de la historia, y que cuando se puso al servicio de éste en el caso de la investigación a Irak, dirigida a Estados Unidos y apoyada por la Gran Bretaña y España, produjo un cisma tal que costó la cabeza a altos directivos de ese medio.
La partida por elevar el periodismo a rango de ciencia está en riesgo por las tendencias actuales que –en el marco del neoliberalismo galopante pretenden convertir en mercancía todo lo que sea susceptible de ello (e incluso lo que no, como sucede con la esclavitud sexual). Hace ya un tiempo que comunicación, información y periodismo ingresaron a las filas de la industria. El problema es que el mercantilismo pareciera estar ganando tal terreno que cada vez más, los medios comunican menos.
1.7 Anécdota, Infoentrenimiento y Trivialización de la Noticia.
Una de las funciones tradicionalmente aceptada para el periodismo, si bien no por todos los autores, es la del entretenimiento. A ese propósito sirven algunas secciones de los diarios, las cuales publican textos que ni por asomo podrían llamarse noticiosos, junto a otros híbridos de hechos noticiosos con elementos de entretenimiento para aligerar el tono o la carga informativa que suele estar plagada de tragedias.
Entre las secciones de entretenimiento se hallan las páginas de sociales, modas, espectáculos, deportes, tiras cómicas y juegos como el crucigrama, palabras cruzadas y localización de diferencias. Algunas más explotan un erotismo barato del cual es el más representativo el llamado “Playboy de los pobres”, la página 3 de la segunda edición de Ovaciones. En algunos casos queda muy claro de que se trata de mero entretenimiento sin relación con las noticias, entre otros, se disfraza como hecho noticioso un elemento publicitario, como las páginas de modas, otros más satisfacen la demanda de los lectores, por sus héroes deportivos y sus cantantes y actores favoritos. Y hay periódicos que se dedican completamente a ese tipo de información.
La anécdota proporciona material para notas de color con valor para el género de entretenimiento. No requiere explicaciones ni conjeturas y puede prescindir de antecedentes y proyecciones; es material periodístico pero no es noticia, como no lo son los crucigramas ni las tiras cómicas. La noticia en cambio es un hecho presente que tiene un historial (antecedentes o background) y consecuencias y repercusiones en uno o varios ámbitos sociales. Su estructura se presenta así:
Entorno (contexto)

Antecedentes SUCESO ACTUAL Consecuencias
Entendida así la noticia es un patrimonio colectivo, trascendental e irremplazable fuente para la historia y el avance de la humanidad. El periodismo amarillista dispensa a las noticias el tratamiento de anécdota, desvirtuándolas. Transgrede la regla de Giovanni Cesareo que dice “para interpretar y comunicar el significado de un acontecimiento es indispensable describir y analizar también el proceso que lo ha producido y también el contexto en que se ha verificado”. La televisión, a causa de la naturaleza de sus señales ha convertido la noticia en un espectáculo, a manera de un show más propio del género de entretenimiento; al prescindir del contexto, ofrece una atractiva colección de imágenes cuasi anecdóticas.
Todo cuando sucede y es capaz de impresionar nuestros órganos sensoriales es un hecho físico. La primera clasificación que necesitamos por utilidad estructural será, luego, entre hechos naturales y hechos humanos. [75]
Algunos géneros consideran la inclusión del hecho anecdótico como una necesidad. La entrevista de semblanza, el reportaje, la crónica, suelen hacer uso de ella, lo cual no es antiperiodístico, excepto si sirve para distraer la atención de los problemas fundamentales de una sociedad o para trivializarlos.
Según Raymundo Riva Palacio, uno de los más reconocidos periodistas mexicanos y dedicados casi siempre al periodismo escrito, esta tendencia es un problema de mercados. Desde nuestro punto de vista es más que eso: ante el descrédito cada vez mayor que sufre la censura abierta y directa, el infoentretenimiento, la trivialización, de las noticias y el amarillismo se han convertido en los sustitutos de la censura, altamente funcional en los estratos sociales intelectualmente más desprotegidos que son también mayoritaria aunque no únicamente, los más pobres.
“El desmantelamiento de los viejos andamiajes y la creciente nueva demanda de información, con mercados que tienen diversas exigencias y variados intereses, ha desnudado a los medios en cuento a su técnica y su ética. La incompetencia sería un común denominador para un amplio número de medios, que confundidos y perplejos que ante la velocidad y complejidad de los acontecimientos, apenas alcanzan a registrar parte de lo que sucedió y reemplazan con la interpretación y la especulación mucho de lo que fueron incapaces de obtener. Pero no se detiene en ese punto la insuficiencia periodística. No son pocos los medios se han dejado llevar por la aguas del mercado, que priorizan lo frívolo, lo espectacular, lo superficial y lo anecdótico, en detrimento del rigor, la veracidad, le mesura y el buen sentido. Las leyes del mercado no deben imponer su tiranía. ‘Lo que vende’ y ‘lo que no vende’ termina, de esa forma, por remodelar la realidad y la percepción que tenemos de ella.
“Esa tiranía del mercado, de dar sólo lo que los lectores, radioescuchas y televidentes quieren, no contribuye ni a elevar el nivel cultural-educativo de los receptores de información, ni a mantener a una sociedad informada, que es requisito indispensable de una democracia. Por el contrario, puede llevar a excesos abominables al dejar que los receptores de información determinen de manera libertina cuáles son los únicos mensajes que quieren recibir al imponer, por la vía de las presiones como núcleo social o publicitario, los contenidos que quieren que aparezcan o dejen de difundirse en un medio de comunicación. Abrir el camino para los dictados de la sociedad tampoco es un ejercicio democrático, como no se puede medir a la justicia a partir de puntos equidistantes.[76]
La fórmula es diabólicamente perfecta: mientras los asuntos políticos, económicos y sociales que pudieran causar indignación o descontento pasan a un segundo plano, la ciudadanía se distrae en asuntos frívolos… y además paga por ello. Revistas como Vanidades y TV y Novelas cuestan más que algunos libros y por supuesto mucho más que un periódico serio.
El asunto es en el fondo tan ilícito como el narcotráfico: gastamos cantidades millonarias para ser narcotizados por medios de muy dudosa calidad y veracidad, mientras las arcas de la nación se vacían ostensiblemente, la democracia da pasos tambaleantes o retrocede de lleno y las instituciones se aprovechan de la maleabilidad de los criterios y las ideologías para conducir las acciones ciudadanas. Se sirven de la información para confundir las conciencias, adormecer el derecho a saber y anestesiar el derecho a participar con pleno conocimiento de las decisiones públicas.[77]
Se denomina infoentretenimiento a una práctica periodística que, en aras de ganar y/o ampliar sus mercados de lectores y publicidad, abandonan la lucha por hacer un periodismo de calidad.
“En la última parte de los noventa la competencia se centró entre Reforma y El Universal. Ésta, sin embargo, no ha sido del todo productiva, pues en la búsqueda de lectores los diarios se inclinaron más por el sensacionalismo y la llamada ‘nota roja’, que es como se conoce en el argot periodístico a la información de los sectores policiales, que por la búsqueda de información de calidad.
“Los dos periódicos cayeron en una de las grandes paradojas de la prensa, pues al buscar mercado de lectores y publicitario dejaron de lado la lucha por un periodismo de calidad. De esta forma, el sostenimiento financiero por los anunciantes privados desvirtúo sus órdenes político y económico, desviando el tiempo y la atención del público de los asuntos reales del mundo que tienen una clara connotación política. El fenómeno en el cual se involucraron esos dos diarios, que se convirtieron en los periódicos de referencia en el período, es conocido en países como Francia y Alemania como infoentretenimiento, y lejos de contribuir a incrementar los niveles de información a los cuales tienen acceso una sociedad, a fin de que pueda tomar mejores decisiones, se observa el fenómeno inverso, al acotar la posibilidad de la obtención de ese conocimiento y propiciando que la cultura y educación política de los mexicanos detenga su proceso de construcción y, como consecuencia, vaya en retroceso”.[78]
Las futuras discusiones sobre el quehacer periodístico tendrán que resolver un dilema que ya no es exclusivo sólo de los conceptos de objetividad y subjetividad, sino también trivialidad.
Estos problemas son de vital importancia para capítulos posteriores, pues el boom del periodismo en español en los Estados Unidos, ha provocado que los grandes consorcios, periodísticos anglosajones se apoderen de algunos de ellos y cuando no lo han logrado, crean un medio para competir con los que parecen ya arraigados entre los lectores, los que les arrebatan con una oferta de infoentretenimiento en vez de noticias.
Hasta hoy la fórmula les ha funcionado muy bien, pero cuando una población como la latina se sienta agredida por una visión anglosajona, podría cambiar del todo el panorama pues es un hecho que los diarios en inglés y netamente anglosajones no conocen la cultura latina, la desprecian, la temen y no tienen ninguna intención de romper los paradigmas de su propia cultura por entender a otras. Mientras todo se reduzca al mercado seguirá este panorama sin variaciones, pero cuando las políticas públicas en torno a racismo, marginalidad y otras que les atañen no sean manejadas con una visión adecuada a sus necesidades, los diarios latinos tradicionales recuperarán su espacio.
En el marco de las tendencias neoliberales, la mercantilización de las noticias no es ni por mucho un fenómeno local o propio solo de países subdesarrollados, ante el, se han creado formas de resistencias tales como el llamado periodismo cívico y las radios comunitarias. “Según Ryszard Kapucinski, uno de los mejores reporteros vivos de nuestro tiempo, el imperativo económico ha remplazado en los medios a las exigencias cívicas prioritarias. En los debates sobre los medios se concede una atención excesiva a los problemas técnicos, a las leyes de mercado, a la competencia, a las innovaciones y a las audiencias, y una atención insuficiente a los contenidos. Cuando los medios hablan de ellos mismos enmascaran los problemas de fondo con la forma”. [79]
Si bien la problemática de fondo es exógena al periodismo, cabe recordar a Rivandeneira cuando señala las relaciones que con el entorno establece todo sistema y que sirven para modificarse de manera mutua. Por el momento, la trivialización de las noticias parece estar ganando la batalla.
1.8 Periodismo cívico: una prensa en resistencia
Gerardo Albarrán de Alba, coordinador de proyectos académicos de la revista Proceso, narra una discusión sostenida entre el afamado reportero del Miami Herald, Andres Oppenheimer, y el peruano Gustavo Gorriti, director asociado de La Prensa de Panamá sobre la pertinencia de realizar las entrevistas a la contraparte. Oppenheimer sostenía que a él le bastaba con pedir siempre la opinión de la contraparte del hecho noticioso, y así no tenia problemas con los abogados, mientras Gorriti decía que al hacerlo se ponía en riesgo una investigación periodística pues se alertaba al personaje o al grupo de interés involucrado. La cuestión quedó zanjada cuando Albarrán le planteó a Oppenheimer que para los reporteros latinoamericanos, la cuestión no es evitar una demanda, sino un tiro en la cabeza. [80]
La realidad es que el periodismo de investigación en América Latina –y el periodismo en español en los Estados Unidos- no se hace ni por mucho con las mínimas facilidades que debe tener cualquier periodista y se está en condiciones de desigualdad respecto a los colegas de países desarrollados en todos los sentidos: desde el salario hasta el apoyo del medio en caso de emergencia, los equipos e insumos para trabajar y los viáticos para realizar una cobertura, el acceso a la información que se escatima a los representantes de medios pequeños, todo obstaculiza al periodista latinoamericano.
El llamado periodismo cívico es un membrete creado en 1990 por David Merriet, director de The Wichita Eagle, un diario de Kansas con 122 mil ejemplares de circulación en una ciudad de 300 mil habitantes, lo cual demuestra el éxito monumental de su iniciativa en Estados Unidos. Sin embargo, en América Latina no nos sorprende.
Tras el proceso electoral que llevó a Bush al poder, Merriet, desencantado en lo personal y cuestionado por sus jefes volteó el procedimiento habitual de las coberturas de las campaña. En vez de seguir a los candidatos y reproducir sus discursos, encuestó a la gente para que dijera en el periódico qué le preocupaba y cuál era el estado de los asuntos que según sus encuestas, irritaban o preocupaban a sus lectores. [81]
¿No es así como los reporteros latinoamericanos han venido cubriendo desde hace décadas su información? Los regímenes autoritarios, poco dados a informar y a veces dedicados a la ocultación casi por deporte de nimiedades que siempre consideran secretos de Estado, obligó por años a los periodistas de América Latina a buscar fuentes alternativas.
Si retomamos el principio planteado por de Aguinaga en el sentido de que el periodismo no busca la verdad sino la noticia, pero que ésta como forma de conocimiento atenta contra el poder político, podríamos concluir que el descubrimiento estadounidense no es sino el viejo periodismo de denuncia que ya citan de antemano los manuales de periodismo latinoamericanos. El relato de un náufrago, de Gabriel García Márquez, publicado en El Espectador de Bogotá hace medio siglo, es uno de los más conocidos ejemplos de su práctica entre nosotros.
En Estados Unidos el periodismo cívico produjo un movimiento nacional. En América Latina no acaba de mover a nadie. En el caso de Merriet, hacer a los ciudadanos tomar parte en las coberturas políticas es una novedad; en nuestras naciones, acostumbradas a que todo cambio social sólo puede provenir de la acción comunitaria, lo que nos sorprende es que el periodismo cívico sorprenda a alguien.
Los propios dueños se los medios latinos en Estados Unidos han manifestado lo anterior. Mónica Lozano, editora de La Opinión de Los Angeles, el más influyente de los periódicos en español de Estados Unidos, dijo en una entrevista a la revista Etcétera que el periodismo cívico era lo que venía haciendo ese diario desde la época en que lo fundó su abuelo, en 1926. [82]
Sin embargo por la difusión hegemónica de su concepción de la realidad que ejerce Estados Unidos, es muy factible que en pocos años se vuelva creencia popular que este periodismo cívico, muy relacionado con el concepto de agenda setting, es una parte de la escuela estadounidense de nuestra disciplina.
Más allá de la paternidad habría que conceptualizar al periodismo cívico: “En este momento tan temprano en la vida del periodismo cívico nadie tiene un derecho de autor sobre cómo llevar esa filosofía a los medios impresos y electrónicos”, señala Merrit que lo califica como un “fenómeno nuevo y en definición”.
Por el contrario, para los latinoamericanos es apenas un viejo conocido al que le ha dado por cambiarse de nombre, pero no está de más conocer las pocas y nebulosas definiciones que lo rodean, así como su contexto. Pedir la participación del lector en la creación de las noticias les parece a los estadounidenses la prueba periodística más plausible de su perfecta democracia. Sin embargo, hecho por los cubanos eso mismo les habría parecido comunismo. La utilización de los lectores como fuente para crear los temas es apenas un acto obligatorio si lo que se busca es satisfacer sus necesidades.

“A lo largo del siglo XX el periodismo mundial aportó un sedimento metodológico y espiritual que domina su ejercicio en la globalidad. Bajo las denominaciones nuevo periodismo, periodismo de investigación, periodismo de precisión y periodismo cívico se entreveran un acervo cultural y un know how infinitos al servicio de los medios, los periodistas, y en última instancia, la sociedad actual. En particular, pensar en los diarios hispanos remite al periodismo cívico, y es porque la comunidad latina experimenta en los Estados Unidos una serie de problemáticas específicas que puede ser expuesta, analizada, discutida y eventualmente abordada a través de sus medios de resolución”. [83]
La agenda setting, que consiste en “fabricar” temas de investigación a partir de buscar enfoques distintos y correlaciones entre hechos de actualidad puede, como todo en la prensa, usarse para favorecer al lector y a la ciudadanía, o a los intereses que mejor acomoden a los periodistas, a los dueños de los periódicos y a sus compromisos políticos previamente adquiridos.
La que sí es real es que utilizado para mejorar la calidad de la información, este tipo de trabajos puede ser antídoto más eficaz para el infoentretenimiento. Así podemos señalar que el llamado periodismo cívico se caracteriza como:
a) Un periodismo de resistencia que pretende recuperar la esencia del periodismo ante los embates de la mercantilización noticiosa y el uso del infoentretenimiento en situaciones de censura.
b) Es una forma de periodismo de investigación pues trata de publicar los hechos noticiosos que son ocultados por alguien y que resultan del interés público.
c) Es un periodismo que rompe con los viejos criterios de objetividad y otros dogmas que más que servir a la resistencia ante la imposición de una visión hegemónica, la fortalecen.
d) Debe guiarse por principios éticos para evitar también el extremo opuesto al de la objetividad, entendido como una militancia a ultranza del periodista en torno a cierto tema, líneas o creencias políticas, en detrimento de la calidad.
Lo cierto es que todos estos principios deberían ser parte integral y permanente del trabajo periodístico: “Digámoslo finalmente: el hoy llamado ‘periodismo de investigación’ es —como se le ha escuchado decir al periodista argentino José María Pasquín Duran— ‘un recurso marketinero impuesto por los medios de difusión masiva para hablar —nada más y nada menos— que de periodismo bien hecho’ ”. [84]
Y es este periodismo que en lo particular preferimos denominar de resistencia, el que puede hacer la diferencia entre que los medios latinos en español y de dueños latinos sobrevivan a la voracidad comercial de su contraparte anglosajona, por cubrir las expectativas de sus lectores, o que sucumban a la tentación de competir con aquellos poderosos consorcios por la vía del infoentretenimiento sin lograrlo por su incapacidad económica.
Conclusiones
Cerraremos este texto con las siguientes reflexiones generales:
El periodismo, al que puede catalogarse como una ciencia en proceso de formación, le hace falta crear categorías comunes a todos sus estudiosos. La falta de conceptualización, la ambigüedad de unos términos, la inexistencia de otros que obliga a acuñar palabras que han conformado una jerga gremial de lo menos rigurosa, imprecisa y poco científica, es uno de los rubros en que deben trabajar los teóricos de la materia. Sin ello seguirá siendo muy difícil sistematizar conocimientos, establecer normas, teorías y métodos, hasta llegar a las leyes que caracterizan a las ciencias.
Resulta por lo menos curioso que una disciplina encargada de ordenar la realidad no haya podido hacer otro tanto con su propio bagaje de conocimientos. Ello se debe a que, ni los que hacen periodismo todos los días –reporteros, redactores, fotógrafos, jefes de sección- no asumen con seriedad la obligación de dotar del mínimo rigor científico y metodológico a sus labores diarias.
Por ello, habría que revisar desde la calidad de la enseñanza del periodismo y la unificación de criterios en torno a las habilidades que debe desarrollar el periodista profesional, hasta la implementación de regulaciones legales que impidan el ejercicio de esta carrera a los improvisados.
Otra acción que parece necesaria de inmediato es la de quitarle el nombre de periodismo a todo aquello que no lo sea por no corresponde a hechos noticiosos en el sentido de interés público, proximidad, impacto, etc., aun cuando se publique en un diario, y obligar a que todas las propagandas y publicidades que hoy se disfrazan de noticias se identifiquen clara y plenamente con membretes como “inserción pagada”, “boletín de prensa” o “publirreportaje”.
Es necesario evidenciar también que el infoentretenimiento está concebido para sustituir a la censura de un modo más elaborado y riesgoso que aquella: mediante el infoentretenimiento resulta difícil acusar al Estado de represor, ni siquiera de ocultar información pues el propio ciudadano es quien la ignora por atender a mensajes distractores que, además del obvio costo político y social que conllevan implican costos directos para los lectores, quienes pagan por un periódico para no enterarse de qué pasa por el mundo, sobre todo el mundo más próximo a ellos, el que les afecta directamente. El negocio es redondo: pagamos para que nos convenzan de lo bien que estamos y lo poco que tenemos derecho a quejarnos. Panem et circus…
Una buena alternativa es un periodismo en resistencia que busque satisfacer las necesidades informativas de quien sea consciente de ellas, coadyuve a conscientizar a quien no los está, sirva como un frente ante las políticas neoliberales que han trivializado las noticias y reducido a los lectores al concepto de mercado y al periodismo a una mercancía. Cabe aplicar aquí la propuesta que hacía el desaparecido dramaturgo poblano y padre del teatro universitario Héctor Azar: al público no hay que darle lo que pida, hay que enseñarlo a pedir.

Referencias

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2. BUSTOS, Sergio. La hora del periodismo cívico.3 de marzo de 1999, año II, volumen 2. http://www.saladeprensa.org


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9. LARA Klahr, Marco. “Latinos en Estados Unidos”, Etcétera, marzo de 2005, no. 53. p.64

10. LEÑERO, Vicente y Marín, Carlos. Manual de Periodismo. Ed. Trillas

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16. ULIBARRI, Eduardo. Idea y vida del reportaje. Ed. Trillas, México. 1994, pp. 14-15.

17. VALDIVIESO, Gustavo. ¿Acaso le falta ciencia al periodismo? http://www.saladeprensa.org/art456.htm
[1] RIVADENEIRA Prada, Raúl. Periodismo: la teoría general de los sistemas y la ciencia de la comunicación. Trillas, 2002. México. 336 pp. pp 5-6.
[2] Ibid. p. 6
[3] Ibid. p. 16-17
[4] Ibid. p. 16
[5] DE AGUINAGA, Enrique. Hacia una teoría del periodismo. En:
http://www.ucm.es/info/perioI/Period_I/EMP/Numer_07/7-5-Inve/7-5-04.htm
[6] NÚÑEZ Ladevéze, Luis. “Encuentro entre teoría y práctica del periodismo”, Anàlisi No. 28, Universidad San Pablo, CEU, España. p. 82
[7] DE AGUINAGA, Op.Cit.
[8] Ibid.
[9] DEL RÍO Reynaga, Julio. Reflexiones sobre periodismo, medios y enseñanza de la comunicación. Edición UNAM, FCPyS, México, 1993. pp. 13-21. Cursivas mías.
[10] NÚÑEZ, Op. Cit., p.82
[11] RIVADENEIRA, Op. Cit. p. 36
[12] Ibid. p. 29
[13] Ibid. p. 30
[14] Ibid. p. 36-39
[15] RIVADENEIRA, Op. Cit., p. 30
[16] Ibid. p. 30
[17] Ibid. pp.40-41
[18] TORRE, Alfredo. Un abordaje científico y sistémico del periodismo de investigación. http://www.saladeprensa.org/art.643.htm
[19] RIVADENEIRA,
[20] Ibid. p. 42
[21] En la época que esto se escribía el gobernador de Puebla, Mario Marín, fue evidenciado por el diario La Jornada mediante las grabaciones de sus acuerdos con un empresario contra la periodista Lidia Cacho, y la revista Proceso que se defendía de la esposa del Presidente Fox, denunciaba también que los ejemplares de la revista eran comprados en el interior de la República para evitar su circulación.
[22] RIVA PALACIO, Raymundo. La prensa de los jardines. Fortalezas y debilidades de los medios en México. Ed. Plaza y Janés, México, 2004. p. 9
[23] BASTENIER, Miguel Ángel. El Blanco Móvil, Curso de Periodismo Ed. Aguilar-El País, México, 1ª. edición. p. 14
[24] Máximo, El País, Madrid, 4 de mayo de 1986, p. 12, en RIVA PALACIO, Manual para un nuevo periodismo, Vicios y virtudes de la prensa escrita en México. Ed. Plaza y Janés, México, 2005. p. 20
[25] RIVA PALACIO, La prensa de los jardines., p. 17
[26] RIVADENEIRA, Op. Cit., p. 52
[27] Cfr. URBINA Orduña, Leticia. Apuntes para el curso de Nota Informativa, FESA.
[28] LEÑERO, Vicente y Marín, Carlos. Manual de Periodismo. Ed. Trillas
[29] ULIBARRI, Eduardo. Idea y vida del reportaje. Ed. Trillas, México. 1994, pp. 14-15.
[30] CHARNLEY, Mitchell V. Periodismo Informativo. Ed. Troquel, Buenos Aires, Argentina, 1971, pp.65
[31] GONZÁLEZ Reyna, Susana. Géneros Periodísticos 1: Periodismo de opinión y discurso. Ed. Trillas, México, 1997, p. 25
[32] RIVA PALACIO, Raymundo. Manual para un nuevo periodismo. Ed. Plaza y Janés, México, 2005.
[33] Citado por RIVADENEIRA, Op. Cit., p. 52
[34] Ibid., p. 64
[35] Citado por RIVADENEIRA, Op. Cit. p. 52
[36] Ibid. p. 60
[37] Ibid. p. 64
[38] DE AGUINAGA, Op. Cit. http://www.ucm.es/info/perioI/Period_I/EMP/Numer_07/7-5-Inve/7-5-04.htm
[39] BENAVIDES, José Luis y Quintero Herrera Carlos. Escribir en Prensa. Pearson y Prentice Hall, Madrid, España, 2004. p. 3

[40] Citada en RIVADENEIRA, OP. Cit., p. 56
[41] Martínez Albertos citado por DE AGUINAGA, Enrique. Hacia una teoría del periodismo. En:
http://www.ucm.es/info/perioI/Period_I/EMP/Numer_07/7-5-Inve/7-5-04.htm
[42] BENAVIDES, Op. Cit., p. 4
[43] RIVADENEIRA, Op. Cit., p. 58
[44] Ibid. p. 59
[45] DE AGUINAGA, Enrique. Hacia una teoría del periodismo. En: http://www.ucm.es/info/perioI/Period_I/EMP/Numer_07/7-5-Inve/7-5-04.htm
[46] Ibid.
[47] Ibid.
[48] Ibid.
[49] Ibid.
[50] Ibid.
[51] Ibid.
[52] Ibid.
[53] BASTENIER, Op. Cit., 11
[54] VALDIVIESO, Gustavo. ¿Acaso le falta ciencia al periodismo? http://www.saladeprensa.org/art456.htm
[55] RIVADENEIRA, Op. Cit., pp. 21-22
[56] Ibid. p. 21
[57] Ibid., p. 27
[58] Ibid., p. 8
[59] DE AGUINAGA, Enrique. Hacia una teoría del periodismo. En: http://www.ucm.es/info/perioI/Period_I/EMP/Numer_07/7-5-Inve/7-5-04.htm

[60] RIVADENEIRA, Op. Cit. p. 7
[61] Ibid., pp. 67-68
[62] TORRE, Op. Cit. p. 23
[63] RIVADENEIRA, p.65
[64] Ibid., p.23-24
[65] BASTENIER, Op. Cit. p.18.
[66] RIVADENEIRA, Op. Cit. p.22-23
[67] DE AGUINAGA, Enrique. Hacia una teoría del periodismo. En: http://www.ucm.es/info/perioI/Period_I/EMP/Numer_07/7-5-Inve/7-5-04.htm

[68] DE AGUINAGA, Enrique. Hacia una teoría del periodismo. En: http://www.ucm.es/info/perioI/Period_I/EMP/Numer_07/7-5-Inve/7-5-04.htm
[69] BASTENIER, Op. Cit., p.18
[70] RIVADENEIRA. Op. Cit., p.57
[71] Ibid., p.41
[72] Ibid., p.59.
[73] Ibid., p.46-47
[74] Ibid., pp.12-13
[75] RIVADENEIRA, Op. Cit. p.61-63
[76] RIVA PALACIO. Op. Cit. p.36
[77] Ibid., p. 49
[78] Ibid., p. 84
[79] BASTENIER, Op.Cit. pp. 14-15
[80] ALBARRAN de Alba, Gerardo. Diferencias en el periodismo de investigación de Estados Unidos y Latinoamérica. Sala de Prensa No. 32, Junio de 2001, año III, volumen 2, p.5.
[81] BUSTOS, Sergio. La hora del periodismo cívico.3 de marzo de 1999, año II, volumen 2. http://www.saladeprensa.org
[82] LARA Klahr, Marco. “Latinos en Estados Unidos”, Etcétera, marzo de 2005, no. 53. p.64

[83] Ibid. p. 64
[84] TORRE, Alfredo. Un abordaje científico y sistémico del periodismo de investigación. http://www.saladeprensa.org/art.643.htm