domingo, 27 de marzo de 2011

Investigación periodística: la hermana pobre

Introducción
Durante muchos años, la academia manifestó un profundo menosprecio por la actividad periodística. La acusaron de superficial, carente de rigor científico, poco seria, cuando no se le consideró comprometida con turbios intereses. Más aún, se ha llegado al extremo de cuestionar si se trata de una profesión o de un simple oficio, que no tendría derecho a ser enseñado en las universidades, lo que pone a nuestra disciplina en el mismo nivel que el oficio de zapatero remendón: algo que se puede aprender de modo empírico con un poco de observación y alguna práctica. Aquí mismo en Acatlán, hace algunos años cuando ocurrió una revisión del plan de estudios, hubo voces que demandaron la desaparición de las asignaturas de géneros periodísticos, al fin que con la Internet, “el periodismo iba a desaparecer”.
No es posible negar, en honor a la verdad, que hay múltiples ejemplos de una prensa ramplona, complaciente y muy mal hecha. Es más: hay que reconocer que así es la más amplia mayoría de la información que se hace pública a través de los medios, escritos y electrónicos por igual en nuestro país. Del mismo modo que otra vez en honor a la mismísima verdad hay que decir que instituciones como Conacyt están llenas de “científicos” que se dedican al refrito o ingeniosos organizadores que inventan un proyecto, involucran a medio mundo y luego publican el trabajo ajeno bajo su propia firma amparada por adjetivos como “compilador”.
Pero no se trata aquí de demostrar quiénes son peores, si los detractores de la prensa o ésta última, sino de argumentar en qué sentido el buen periodismo sí es investigación, y lo es de primerísima calidad, pese a la –no falta de reconocimiento, sino peor aún: al regateo de sus logros más evidentes–.

El estado de la cuestión
En un país que ostenta el dudoso honor de ser el segundo más peligroso del planeta para el ejercicio periodístico , es fácil adivinar la existencia de dos tipos de reporteros: los que no investigan y se convierten en voceros del poder y los que hacen investigación y se convierten en víctimas de las múltiples formas de violencia de Estado.
Y gracias a la guerra implementada por Calderón, los periodistas mexicanos están hoy más impedidos que nunca de hacer un trabajo de investigación sin que peligren sus vidas, pues la impunidad se cobija tras ese lugar común que es el crimen organizado. En realidad, muchas de las agresiones a periodistas provienen de grupos paramilitares directamente ligados al gobierno federal y a gobiernos locales: baste recordar el asesinato de un periodista norteamericano en los enfrentamientos entre la policía de Ulises Ruiz y la APPO, o el ataque sufrido también en Oaxaca por Érika Ramírez –egresada de Acatlán– y David Cilia, reportera y fotógrafo de la revista Contralínea, durante una emboscada de paramilitares priistas tendieron a la caravana que se dirigía a San Juan Copala y en la que murieron además dos activistas .
Entre el 2003 y el 2009 Reporteros Sin Fronteras había contabilizado 58 reporteros asesinados y 11 desaparecidos. Por supuesto que en muchos casos se buscó desvincular su muerte de su trabajo profesional con argumentos que pretendían convertir en crímenes pasionales, líos de faldas o pleitos de cantina esos asesinatos.
“… en Monterrey, hace tiempo que se hizo un protocolo a nivel de reporteros, para no indagar nada sobre asuntos policiacos. Sólo información oficial, sólo lo que diga una fuente precisa y que dé la cara. Aún teniendo datos suficientes para investigar, son pocos los que se atreven a hacerlo”, asegura Adriana Esthela Flores, reportera de Milenio en aquella localidad .
Balbina Flores, relatora de Reporteros Sin Fronteras, dice que los periodistas han pasado de la autocensura al silencio absoluto. Incluso conoce casos donde supuestos “reporteros” infiltrados entregan a sus compañeros a grupos delincuenciales .
Y aquí cabe la pregunta ¿Qué tan factible es hacer investigación bajo estas condiciones? Por supuesto que no es nada sencillo. Ningún investigador de cubículo, de esos mismos que denuncian la supuesta inexistencia de la investigación periodística, debe vivir esas condiciones que son el día a día del periodismo. Y sin embargo, hay periodismo de investigación en México, no siempre y no en todas partes, pero existe.
El papel de la investigación en la prensa
Los pocos medios de comunicación que no se han rendido a las exigencias del Estado mexicano de enseñar una realidad bonita, hecha a la medida de las aspiraciones calderonistas, deben enfrentar otra situación que no sufren los investigadores de cubículo: el ocultamiento de la información.
Si la búsqueda de la verdad es por sí misma una tarea ardua, cabe imaginar lo que es cuando todo un aparato de Estado se empeña en obstaculizarla. Las fuentes que deberían cumplir con el Derecho a la Información, uno de los Derechos Humanos, han urdido mil maneras de regateárnoslo.
Y la era de la tecnología ha modificado las formas de evitar que los periodistas se acerquen a esas verdades. Antes simplemente se nos negaba la información, asegura el periodista español Ignacio Ramonet. Hoy se nos vacía un camión de informaciones inútiles y desordenas sobre la cabeza de manera que bajo la premura del trabajo periodístico, la poca capacitación de los reporteros para lidiar con algunas herramientas computacionales como las bases de datos, y en muchos casos la simple flojera, se abandone la labor. Hoy se nos desinforma sobreinformándonos. Así, si no encontramos lo que queremos la culpa es nuestra .
Daniel Lizárraga, reportero de Proceso, narra que tras seguir todos los procedimientos y recursos de apelación ante el Instituto Federal de Acceso a la Información, para obligar al Estado a proporcionarle información sobre los gastos de Fox y Calderón desde que eran presidentes electos, recibió 15 enormes cajas de notas, recibos y facturas en un diablito, perfectamente revueltas. Otro con menos capacidad e interés en el asunto lo habría dejado ahí.
Sin embargo Lizárraga estaba dispuesto a encontrar lo que buscaba. Egresado de Acatlán hace ya varias generaciones, nunca recibió una formación en el uso de las nuevas tecnologías, así que debió asumir su aprendizaje solo con el apoyo de un amigo que le enseñó cómo hacer una base de datos. Luego se dio a la tarea de vaciar el contenido de cada documento en tablas para finalmente catalogarlo. La clasificación de aquellos papeles y el cruce de datos le permitieron realizar el libro “La corrupción azul”, que desnuda los manejos que entre bastidores hicieron desde antes de asumir la presidencia ambos panistas .
En muchos estados de la República, los reporteros tienen estudios de bachillerato e incluso de secundaria. ¿Cuántas herramientas cognoscitivas pueden tener para acercarse al trabajo de investigación, incluso con su mejor voluntad? Eso nos lleva a plantear otra característica del periodismo de investigación en México: está fuertemente centralizado en el Distrito Federal y las grandes ciudades como Guadalajara, Monterrey y otras con una larga tradición periodística como Xalapa, donde se edita el diario decano de la prensa nacional, El Dictamen .
Los más anticuados procesos de la investigación periodística se siguen usando, porque muchos de ellos se mantienen vigentes: la búsqueda en fuentes documentales al estilo tradicional, la conformación de archivos, el trabajo de campo en un estilo de observación no participante, la entrevista en sus múltiples formatos que van desde el sondeo y la encuesta hasta la entrevista interpersonal y el análisis de contenido
A ellas se han añadido otras como la búsqueda por Internet que permite el acceso a documentos que antes resultaban restringidos no por el poder sino por la distancia, como la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos para citar sólo un ejemplo, o la elaboración de bases de datos y hojas de cálculo en computadora que permiten un mucho más eficaz análisis y cruce de datos .
Ello ha devenido en una forma de hacer periodismo que los teóricos denominan “Periodismo Asistido por Ordenador”. Sus principales herramientas tecnológicas son las hojas de cálculo, entre las cuales Lotus, Quatro Pro y Excell son las más comunes, así como las bases de datos entre las que destacan Aproach, Fox Pro y Acces .
¿Cuáles son las diferencias entre el uso de estas herramientas y el viejo sistema de archivo? Más allá de cuestiones pragmáticas como el espacio mínimo que ocupa la información digital o la protección que se le puede dar a ésta hay que señalar las claras ventajas que el uso de las herramientas antes citadas ofrece al reportero. Las combinaciones infinitas de gráficos, tablas, textos e imágenes permiten innumerables opciones de análisis al periodista .
Si con las viejas herramientas de investigación el periodismo pudo generar un Watergate, con las nuevas ha permitido a Wikileaks. Claro que en la época de Nixon los valores sociales impedían a un funcionario estadounidense decir que no había dicho lo que Woodward y Bernstein habían oído al otro lado de la línea telefónica en una era en la que muchas veces no había ni grabadoras. Hoy, cuando ese sistema de valores ha cambiado, los periodistas deben ser cautelosos para no acabar siendo el cazador cazado.
Los programas espía, de rastreo de datos y actividad por Internet se están convirtiendo en auténticos atentados contra la libertad de información. Se usan para conocer el trabajo de los periodistas antes de ser publicado, para robar claves y para conocer sus fuentes, según advirtió el periodista colombiano Darío Restrepo en la XXI Feria Internacional del Libro en Guadalajara.
Cuando el futuro nos alcanzó
Una clásica pregunta para cerrar el tema es qué nos depara el futuro. Creo que lo expuesto hasta ahora responde en buena medida la pregunta, pero hagamos un recuento rápido.
1. Mientras existan periodistas que por miedo o por conveniencia se convierten en voceros del Estado o de los poderes fácticos, hay pocas posibilidades de darle rigor científico a nuestra profesión.
2. Las múltiples formas de censura han hecho con todo, menos daño al periodismo que la impreparación de muchos reporteros. No basta con buenas intenciones o con “echarle muchas ganas”. El periodista debe prepararse y actualizarse continuamente para evitar ser un mero boletinero y convertirse en investigador.
3. La investigación periodística nos exigirá en el futuro inmediato una continua actualización en las nuevas tecnologías, sin dejar de dominar las antiguas.
Y sólo para responder a quienes ven en el periodismo una actividad superficial y menor, recordémosles que mientras el investigador de cubículo puede pasarse meses o años antes de generar un producto, el periodista debe generar de seis a ocho al día con el tiempo en su contra, aunque no tan en su contra como el Estado mexicano.


Fuentes:
1. Agencia EFE. Censura en el siglo XXI. 2 de diciembre de 2007.

2. Edo, Concha. Periodismo informativo e interpretativo. El impacto de Internet en la noticia, las fuentes y los géneros. Alfaomega, México, 2009.

3. Flores, Adriana Esthela. “50 muertos: Ya basta”. Milenio Monterrey. 27 de mayo de 2009. http://www.milenio.com/node/221690

4. Lizárraga Daniel. Periodismo, academia y transparencia informativa. Curso impartido a profesores de Comunicación de la FES Acatlán. 23 al 25 de junio de 2009.

5. Pena de Oliveira, Felipe. Teoría del periodismo. Alfaomega, México, 2009.

6. Ramírez Erika. “Sobrevivir a la emboscada”. Contralínea, 9 de mayo de 2010. http://contralinea.info/archivo-revista/index.php/2010/05/09/sobrevivir-a-la-emboscada/

7. Ramonet, Ignacio. “El periodismo del nuevo siglo”. Le Monde Diplomatique. http://www.lafactoriaweb.com/articulos/ramonet.htm

8. Reporteros Sin Fronteras; Informe Anual del 2007. http://www.rsf.org/IMG/pdf/rapport_es_bd-2.pdf

9. Saldívar, Alejandro. “Cuando una nota vale la vida”. Proceso. 15 de marzo de 2010. http://www.proceso.com.mx/rv/modHome/detalleExclusiva/77468

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