lunes, 29 de septiembre de 2008

Para demoler la pirámide invertida

INTRODUCCIÓN
El periodismo es todavía una disciplina demasiado joven. La escuela de periodismo más antigua del mundo no ha cumplido un siglo de existencia, pese a que los primeros periódicos se hicieron poco después de la invención de la imprenta por Gutemberg, en el siglo XV, los famosos Zeitung alemanes.
Cuando no existía la nota informativa tal como la sacralizó la agencia estadounidense de noticias Associated Press, a partir del asesinato de Abraham Lincoln, y aún no se había inventado la entrevista hasta que a un tal James Gordon Benneth se le ocurrió publicar tal cual las preguntas y respuestas de su conversación con la regenta de un burdel ¿qué contenían los periódicos?
La mayoría de ellos llenaban buena parte de sus páginas con literatura. Si bien es cierto que publicaban algunos asuntos de lo que más tarde denominaríamos interés público, como edictos y avisos gubernamentales, llegadas y salidas de barcos y más tarde, de trenes, precios de mercaderías, etc. también lo es que se escribían apasionadas diatribas a favor o en contra de temas diversos, que a veces rayaban en la filosofía, se publicaban cientos de poemas y eran los propios periódicos los que promovían los llamados “Juegos florales”, que no eran sino certámenes de literatura. Así, no debería asustar hoy a los editores de la prensa que se publiquen algunos textos con vuelos literarios, un tanto alejados del gastado corsé de la pirámide invertida: el periodismo literario es –cuando mucho– una vuelta a los orígenes. Pero en la época en que fue creada, la pirámide invertida respondía a las necesidades de la agencia Associated Press, a saber:
Que todos sus asociados, de muy diversos enfoques editoriales, recibieran noticias que pudieran ser publicadas en todos ellos. Por eso la necesidad de ajustarse únicamente a los hechos.
En esa época los periodistas no tenían formación académica, por lo que se creó un formato a partir de seis preguntas, que podía ser llenado por cualquiera.
Los problemas técnicos de la transmisión de noticias por telégrafo, que imponían el orden jerarquizado, de modo que se interrumpía la transmisión, quedara siempre lo primordial. [1]
Es así que desde 1865, los periodistas hemos padecido la dictadura de la pirámide invertida. Útil en el momento de crear las estructuras del oficio, su función inicial era facilitar la vida a los editores al estandarizar criterios y asegurar mínimos de calidad. Tras el lead compuesto por la respuesta a las W´s, lo único que cabía era escribir el resto de los hechos de mayor a menor importancia.
Por eso la mayor parte de los periodistas son malos escritores de remates aunque la mayoría cuida mucho la entrada. La pirámide invertida implicaba darle al lector cucharadas cada vez más aburridas de información y la noticia, en vez de terminar en un remate, moría de inanición. [2] Si lo que se escribe está jerarquizado de mayor a menor importancia, es tanto como decirle al lector, entre más lea, peor para usted: cada vez será más intrascendente y aburrido.
En ese sentido, el avance más significativo del periodismo en nuestra lengua lo han conseguido los periodistas españoles, al sustituir la nota informativa por el género seco. Contra la clasificación de los géneros informativos que aprendimos los periodistas mayores de 25 años, Miguel Ángel Bastenier, director de la escuela de periodismo del periódico El País, propone ésta:
· Género seco o informativo puro
· Crónica
· Reportaje [3]
Como puede notarse no existe aquí la entrevista, a la que Bastenier asigna apenas el estatus de herramienta para recabar información pero no la acepta como un género –ni siquiera como uno obsoleto– a falta de reglas de redacción propias como sí las tuvo la nota informativa. La crónica y el reportaje que muchos autores clasificaron por años dentro del periodismo interpretativo se unen aquí al nuevo género base de los informativos, pues se parte de que todo el periodismo es una interpretación de la realidad, una traducción de los hechos para los lectores.
¿Cuál es la técnica y la aportación del género seco a un periodismo narrativo? La forma de redactar de El País implica estructurar al producto comunicativo no desde la inalcanzable objetividad periodística preconizada por el periodismo estadounidense, sino desde la apropiación del material informativo por parte del reportero. Nada más alejado de la propiedad intelectual de éste, que el famoso refrito del boletín de prensa. La idea es que cada pieza periodística pugne por ser un trabajo de creación, de intervención personal sobre el texto y entre más lo logre estará más cerca de la narración y del periodismo literario. Y más lejos de la camisa de fuerza denominada pirámide invertida.

I. LA NARRACIÓN PERIODÍSTICA
En un mundo invadido por las pantallas, la narración periodística es la vía de supervivencia de los medios escritos. Competir contra las imágenes coloridas y veloces de la televisión o el atractivo de la hipertextualidad de la Internet es posible sólo a través de una capacidad narrativa extraordinaria.

Cabe aquí recordar que el lector de hoy tiene poco tiempo, por lo que sólo leerá aquello que le sea útil o gratificante. En el terreno de “lo útil” se halla todo lo que se lee de manera obligada como instructivos, manuales y textos académicos; en el ámbito de lo gratificante puede haber dos tipos de lectura. La que coincide de antemano con los intereses personalísimos e individuales de cada lector y lo que se sea tan atrayente que lo atrape. Y esto último sólo puede ser la narrativa.

No es fácil romper los viejos moldes del periodismo. El modo de contar historias definió por años a los géneros periodísticos e incluso se convirtió en criterio ético: un adjetivo era tachado automáticamente como editorialización o subjetividad, sesgo, y hasta dolo del periodista. Al respecto, señala el periodista argentino Tomás Eloy Martínez:

El tradicional artículo noticioso está basado en una supuesta objetividad: estoy narrando desde una cierta distancia, desde una toma de distancia, estoy narrando hechos, estoy narrando datos, estoy narrando historias que me son ajenas, que están allá, del otro lado, y que las estoy exhibiendo con la misma frialdad que las exhibe la televisión, o Internet. Y obliga, además, a contar las dos partes de la historia. Siempre a hacer oír las dos campanas de la misma historia. Con oraciones declarativas, con una estructura de pirámide invertida y con respuesta a las preguntas clásicas. [4]
Un periodismo frío, carente de narración y por ende de capacidad de conmover. Por contraparte, el Periodismo Narrativo tiene una voz subjetiva. Desde elegir el modo de contar una noticia, la cabeza que se le pone, el conjunto de datos que se usan en la noticia y cuál es su eje. Todo es subjetividad, la inteligencia y el punto de vista del periodista.

Cuando el periodismo trató de enfrentar el embate de las pantallas, quiso hacerlo con el lenguaje de la TV y la Internet bajo el pretexto de la falta de tiempo de los lectores. Es decir, en vez de competir con sus propias armas imitó las de otros medios. El resultado: notas cortas plagadas de infografía, atadas a la dictadura del diseño. Sin embargo, cuando la lectura es realmente gratificante el lector buscará el tiempo para acceder a ella. El periodista argentino recomienda por tanto competir con las armas propias de la prensa escrita y no las de la TV o la Internet.

Tuve una discusión muy amplia sobre este tema con algunos editores grandes, especialmente recuerdo a uno de la Argentina, y a él le parecía que mi punto de vista era razonable, pero que cambiar el periodismo escrito en otra dirección a la actual entraña una inversión muy amplia, me dijeron. El tema es que yo estoy convencido, tal como lo ha demostrado el caso emblemático del New York Times: que esa inversión se recupera con creces. Aunque, tras el cambio, perdió lectores al principio, hoy tiene más y mejor público, un público fiel, y tiene más y mejores anunciantes. Esto gracias a que publica las noticias con la fórmula del periodismo narrativo.
También el periodismo ha resuelto el problema a través de la narración, pero a los editores les cuesta aceptar que esa es la respuesta a lo que están buscando desde hace tanto tiempo. [5]

Según el académico José Francisco Sánchez, esa actitud no era una mera cerrazón de sus colegas o de las empresas periodísticas, fue la manera de asegurar cierto nivel de calidad en los textos. El estilo estandarizado frenaba las ansias poéticas de los redactores y ponía la finalidad política del oficio por encima de la estética. Y de paso se libraban de problemas de interpretación que podían llegar hasta los tribunales, y de textos llenos de “lentejuelas, aparentemente bonitos, pero carentes de la información que busca el lector”. [6]

II. ¿QUÉ ES NARRAR?
Siguiendo a José Francisco Sánchez, narrar significa poner en relación hechos y personas, establecer causas y efectos e instalar un orden en todos esos elementos de manera que una realidad desordenada cobre sentido para el lector. Y ese sentido no siempre se alcanza mediante la pirámide invertida, que resulta reiterativa y fragmentaria.

Dar sentido a la realidad a través de la redacción implica una claridad de pensamiento, en aspectos sintácticos y gramaticales, y una comprensión absoluta del tema a tratar. Un texto confuso será siempre producto de una mente confundida, ya por falta de herramientas lingüísticas, ya por falta de entendimiento del asunto, y a veces por ambas cosas. Y para ello es necesario conocer y comprender a cabalidad los elementos de una narración.

A. El tema central. Ni la redacción más preciosista y elaborada del mundo puede salvar un texto carente de tema. Las preguntas guía que debe hacerse el periodista al iniciar una narración son ¿cuál es mi tema? ¿Tengo o no tengo un tema? En caso afirmativo, ¿es de interés para los lectores?, ¿vale la pena de ser leído y por tanto de ser escrito o publicado?

Existen por supuesto una buena cantidad de asuntos que un medio de comunicación no puede omitir pero que generalmente no dan para escribir más de una cuartilla, como el estado del tiempo o la cotización de las divisas, a menos que caiga una nevada en una selva o se dispare una moneda de modo imprevisto.

Una manera de asegurarse de que se tiene un tema es acudir a los seis criterios de identificación de lo noticioso:

Impacto. La magnitud de un hecho se mide en función del número de personas a las que afecta, sea positiva o negativamente.
Proximidad. El acontecimiento más cercano siempre es más interesante. Esto vale no sólo para la proximidad geográfica, sino para otros modos de proximidad: emocional, racial, cultural, etc.
Oportunidad. Las noticias son útiles para la toma de decisiones; si la información llega tarde, más valdría que no hubiese llegado.

Prominencia. Los personajes más famosos, conocidos o influyentes, son más noticiosos que el hombre de la calle.
Novedad. El viejo axioma de Lord Northcliffe sobre que si un perro muerde a un hombre no es noticia, pero si un hombre muerde a un perro, esa sí es una noticia, sigue siendo válido. Es noticioso lo inusual, lo raro, lo que no tiene precedente.
Conflicto. Guerras, desastres, confrontaciones políticas, crímenes son noticiosos. Cualquier perturbación de la paz, como estado si no natural, al menos deseable, entra en el terreno de lo anómalo y por eso, es noticia.
B. Personalizar la información. Otras posibilidades para dinamitar los cimientos de la pirámide invertida son los que plantea Tomás Eloy Martínez, quien propone redactar la información que atañe a muchos, desde la perspectiva de un individuo, de manera que el lector se identifique con el personaje.
Hegel primero, y después Borges, escribieron que la suerte de un hombre resume, en ciertos momentos esenciales, la suerte de todos los hombres. Esa es la gran lección que están aprendiendo los periódicos en este fin de siglo. (…) La gran respuesta del periodismo escrito contemporáneo al desafío de los medios audiovisuales es descubrir, donde antes había sólo un hecho, al ser humano detrás de ese hecho, a la persona de carne y hueso afectada por los vientos de la realidad. La noticia ha dejado de ser objetiva para volverse individual. O mejor dicho: las noticias mejor contadas son aquellas que revelan, a través de la experiencia de una sola persona, todo lo que hace falta saber. [7]
La información sobre el Tsunami descrita mediante la historia de una sola familia, la tragedia de todos los tabasqueños afectados por la inundación, a través del hombre que sólo porta un pantalón de mezclilla cortado hasta las rodillas, que le prestaron en lo que se seca la muda de ropa, única propiedad que le dejó la catástrofe, pueden ser mucho más atractivas e igual de noticiosas –o tal vez más- que la nota informativa convencional.
Un recurso más que nos regala Martínez es el de buscar un punto de vista distinto al que evidentemente elegirá la mayoría de los medios:
…puedes contar el derrumbe de las torres gemelas desde la perspectiva de la tragedia de los 3.000 muertos, y de la violación al imperio americano. O puedes contarlo como lo hizo Susan Sontag: desde el heroísmo de los suicidas musulmanes que tienen el coraje para meterse en un avión norteamericano y atentar contra el imperio en defensa de sus ideas. [8]
El propio relator del taller en el que Martínez hacía tal planteamiento, Juan Pablo Meneses, señalaba en alguna ocasión haber hecho la cobertura de una carrera de automovilismo a partir de la entrevista menos pensada: la del piloto que llegó en último lugar. [9]
C. Arquitectura del texto: Otro aspecto importante es que antes de redactar se tenga ya una idea general de cómo se organizará el material, esto es, una estructura para trabajar la noticia, o dicho en términos más literarios, el modo de narrar. Un punto clave es aquí determinar alrededor de qué o quién se estructurará la historia, es decir, cuál será el eje narrativo a seguir. Si en vez de hablar de las estadísticas de desempleo hacemos el seguimiento de un desempleado en su búsqueda, el trabajo será necesariamente más atractivo que un puñado de cifras.

III. LOS RECURSOS LITERARIOS
Cabe aquí recomendar al periodista joven que trate de incursionar en las estructuras narrativas de la literatura. Nunca está de más saber cuáles son los géneros y subgéneros literarios, algo sobre tropos y retórica, y otras herramientas propias de los literatos que pueden aplicarse a la narración de la verdad.
El académico peruano Mario Castillo señala lo inútil de analizar las diferencias, en vez de estudiar las similitudes entre ambas escrituras.
La historia del periodismo y la literatura nos demuestra que entre ambos ha existido y existe una mutua influencia. El hecho de que muchos escritores han devenido en periodistas; periodistas, en escritores; o en periodistas y escritores a la vez, constituye un buen ejemplo. Para no pocos literatos, el periodismo ha sido un taller que los preparó en la disciplina, la rapidez y el manejo del lenguaje, y ha sido también una inagotable fuente de historias. Y en el caso de los hombres de prensa, ha ocurrido algo similar. La literatura siempre los ha salvado a la hora de contar hechos, inclusive cuando éstos eran periodísticamente intrascendentes (recuerde esas crónicas cuyo único valor radica en la forma cómo están contadas). [10]
Aunque algunos autores vean todavía como un sacrilegio ya no equiparar al periodismo con la literatura, sino sólo el pretender que puede hacerse un periodismo con vuelos literarios, hay otros que afirman de modo contundente que el periodismo es uno más de los géneros literarios, junto con la novela o la poesía. Uno de esos desmentidos es el siguiente, que pertenece a Gabriel García Márquez:
Creo, en fin, que el periodismo merece no sólo una nueva gramática, sino también una nueva pedagogía y una nueva ética del oficio, y visto como lo que es sin reconocimiento oficial: un género literario mayor de edad, como la poesía, el teatro, y tantos otros. A ver si con un reconocimiento tan justo -entre tantos sofismas de distracción- los periodistas colombianos nos le medimos por fin al reportaje inmenso que se espera de nosotros: cómo es que la Colombia idílica de los poetas se nos ha convertido en el país más peligroso del mundo. [11]
Al final, un reportaje de investigación, con el suficiente rigor y profundidad, podría explicar la conversión de Colombia en infierno. Hacerlo bajo criterios estéticos exige del autor una serie de competencias más allá de las que nos exige un periodismo bien hecho, entre ellas la técnica literaria, cuya adquisición tiene poco que ver con la visita inspiradora de las musas. ¿Qué hay detrás de cada uno de los grandes periodistas que devinieron en literatos? ¿Qué tienen en común Gabriel García Márquez, Cristina Pacheco, Vicente Leñero y antes que ellos Jack London, John Reed o Ernest Hemingway?
La respuesta inicial puede sorprender por su simpleza: todos ellos eran voraces consumidores de literatura y redactores compulsivos. Es decir, el primer paso para realizar periodismo literario es leer mucha y buena literatura, preferentemente en la propia lengua, y escribir como a destajo, sin descuidar la calidad pero sin bajar la cantidad. Muchas de las estructuras lingüísticas complejas que nos permiten redactar no sólo bien o apegados a la gramática española, sino de modo creativo y estético, las adquirimos del mismo modo en que aprendimos a hablar: por imitación –muchas veces inconsciente– del lenguaje ajeno.
Un segundo paso es ser observador. Mientras muchas personas leen demasiado y no logran que se les pegue ni siquiera la ortografía de las palabras, otras son capaces de descubrir los trucos del autor, las sutilezas de que se vale para conmover, hacer reír o impactar. En principio es útil que alguien nos lleve un poco de la mano, haciéndonos notar esta y aquella técnica específica: cómo un autor abusa de las erres para crear estados de tensión dramática, cómo otro juega con frases cortas y largas para imprimir dinamismo a sus escritos, etc. Pero más tarde será el propio periodista interesado en alcanzar el estatus de literato, quien deba descubrir y hacer suyos los sutiles juegos del lenguaje.
Un tercer requisito es presentar una mirada particular sobre las cosas cotidianas. En ese sentido la académica española Montse Quesada, plantea cómo redactar entrevistas de una manera creativa, es decir, no más como pirámides invertidas.
Aunque Miguel Ángel Bastenier ha desahuciado a la entrevista como género periodístico, y no es el único teórico en hacerlo, la realidad es que se siguen publicando entrevistas en los medios de comunicación españoles e hispanoamericanos. La discusión acerca de si se trata de una herramienta para recabar información y no de un género como tal, puede ser válida cuando leemos esas entrevistas cajoneras redactadas en forma de pirámide invertida, cuya ausencia de estructuras propias las pone en entredicho, pues suelen ser meras notas informativas cuyos contenidos se originaron en una conversación.
Visto así el asunto no deja lugar a muchos argumentos, pero cuando se ve una entrevista cuya redacción sobrepasa los límites de lo informativo no queda sino reconocer que la entrevista sigue vigente en los medios de comunicación, y más aún, goza de envidiable salud. La entrevista literaria o de creación es un género que generalmente se ubica en las páginas de cultura, los suplementos dominicales y las revistas. Su particularidad es que presenta una mirada particular sobre los personajes públicos, tamizada por la sensibilidad particular del periodista. [12]
Se distingue de la entrevista informativa porque centra su interés en el personaje y no en sus declaraciones. Tiene como principal objetivo ofrecer un producto estético acabado y se asume como un texto subjetivo que usa el lenguaje narrativo para ofrecer al lector múltiples interpretaciones y lecturas. Sin embargo, no opina jamás ni pierde de vista que su función es periodística, aunque con pretensiones estéticas.
Tales características las hacen más duraderas que las entrevistas publicadas por el efímero periodismo cotidiano y convencional, con forma de pirámide invertida, aunque a largo plazo no alcanzan la permanencia del reportaje. Se trata de un género abierto a las interpretaciones del lector. Por eso jamás se permite opinar, porque hacerlo es cerrar al lector la posibilidad de lograr su propia y personal lectura. [13]
Su rasgo prioritario es la descripción. Mediante él se traza la semblanza del entrevistado, su apariencia física y psicológica, su entorno, su ambiente. Ello debe hacerse con frases cortas, que den un ritmo ligero y funjan como pinceladas coloristas. Los detalles de la puesta en escena entre el periodista y el entrevistado permiten al lector comprender el acto comunicativo al que ha sido invitado, su contenido real.
Para Gloria Toranzo, la narración significa cubrir tres requisitos:
Sorpresa, aunque los hechos sean conocidos. Aquí vale la sentencia de Albert Camus, quien decía que no hay nada nuevo bajo el sol, pero sí hay nuevos modos de decir las mismas cosas;
Recreación. Esto significa enriquecer la realidad sin deformarla, a partir de una redacción descriptiva pero sin opiniones ni calificativos morales;
Autenticidad, entendida como la capacidad de narrar historias sin plagio, esto es sin recurrir a modas o modos ajenos al autor.
Como un caso de descripción que enriquece la realidad por la personal visión que la periodista usa para presentar al entrevistado. Y sirva este mismo ejemplo para hablar de la autenticidad: el estilo personal de la periodista Rosa Montero.
Físicamente, su calidad más distintiva es la rareza. Porque Julio Cortázar posee un cuerpo filiforme, intermi­nable, provisto de accidentados saledizos: esos brazos que revolotean en su camino tronco abajo; esas piernas, dignas de un arácnido, que nunca acaban de plegarse de tan lar­gas. Los tobillos también tienen su enjundia, porque se empeñan en destacar, impúdicos, picudos, lamentables, por debajo de un pantalón definitivamente corto. Cruza Cortá­zar el restaurante en donde hemos quedado con un desen­cuaderne acompasado, que debe ser lo que su cuerpo en­tiende por andar, y se desploma a cámara lenta en una silla rinconera, con el muro cubriendo sus espaldas. Al sentarse, dobla las piernas con la misma parsimonia con que se iza un puente levadizo, y las rodillas suben, suben, hasta hacerse omnipresentes. Una vez conquistado el asiento, Cortázar rebulle un instante, afinando su acomodo. Después, abre sus ojos verdes, pestañea, sonríe complacido y ruge un poco. (Rosa Montero S. D. El País 14-II1-82). [14]
Bello… ¿no? Vale la pena pues, intentar demoler la pirámide; pero para ello, hay que haber aprendido primero a construirla, para saber de qué modo se han de desmontar todas sus piedras.
Fuentes:
Bastenier, Miguel Ángel. El Blanco Móvil, Curso de Periodismo. Ediciones Aguilar-El País. Madrid, 2000.

Cantavella, Juan y Serrano, José Francisco. Redacción para periodistas: informar e interpretar. Ed. Ariel, Barcelona, 2004. pp. 228

Castillo Hilario, Mario. “Literatura para periodistas”. Sala de prensa 47, Septiembre 2002, Año IV, Vol. 2. http://www.saladeprensa.org/

García Márquez, Gabriel. “Sofismas de distracción”. Publicado por Sala de prensa, tomado de la revista “Cambio”. http://www.saladeprensa.org/

Martínez, Tomás Eloy, tallerista. Meneses, Juan Pablo Meneses, relator. Taller de Periodismo Narrativo. Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano (FNPI) Corporación Andina de Fomento (CAF) 10 al 13 de agosto de 2004, Santiago de Chile.

_______________. “Periodismo y narración: desafíos para el siglo XXI”. Conferencia pronunciada ante la asamblea de la SIP el 26 octubre 1997, Guadalajara, México.
Meneses, Juan Pablo. Un día con Juan Pablo Meneses. Asociación de la Prensa de Aragón. Congreso Nacional de la Prensa Digital, 2006. p. 15

Quesada Moserrat. La entrevista de creación. Ed. Mitre, Barcelona, 1984.

_______________ “La entrevista”, en Cantavella, Juan y Serrano, José Francisco. Redacción para periodistas: informar e interpretar. Ed. Ariel, Barcelona, 2004. pp. 385-386
Sánchez, José Francisco. “La narración periodística” en Cantavella, Juan y Serrano, José Francisco. Redacción para periodistas: informar e interpretar. Ed. Ariel, Barcelona, 2004. pp. 225-230.

Sánchez, José Francisco. “La pirámide invertida: la caída de un mito”. Cuadernos de Información, no. 8. Facultad de Comunicaciones, Pontificia Universidad Católica de Chile. En http://fcom.altavoz.net/prontus_fcom/site/artic/20050529/pags/20050529184942.html, consultado el 20 de sept. de 2008.
[1] Sánchez, José Francisco. “La pirámide invertida: la caída de un mito”. Cuadernos de Información, no. 8. Facultad de Comunicaciones, Pontificia Universidad Católica de Chile. Consultado el 20 de sept. De 2008.
en http://fcom.altavoz.net/prontus_fcom/site/artic/20050529/pags/20050529184942.html.
[2] Sánchez, José Francisco. “La narración periodística” en Cantavella, Juan y Serrano, José Francisco. Redacción para periodistas: informar e interpretar. Ed. Ariel, Barcelona, 2004. pp. 225-230.
[3] Bastenier, Miguel Ángel. El Blanco Móvil, Curso de Periodismo. Ed. Aguilar-El País. Madrid, 2000. p. 33
[4] Martínez, Tomás Eloy. “Periodismo y narración: desafíos para el siglo XXI”. Conferencia pronunciada ante la asamblea de la SIP el 26 octubre 1997, Guadalajara, México.

[5] Ibid.
[6] Cantavella, Juan y Serrano, José Francisco. Redacción para periodistas: informar e interpretar. Ed. Ariel, Barcelona, 2004. pp. 228

[7] Ibid.

[8] Martínez, Tomás Eloy, tallerista. Meneses, Juan Pablo Meneses, relator. Taller de Periodismo Narrativo
Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano (FNPI) Corporación Andina de Fomento (CAF) 10 al 13 de agosto de 2004, Santiago de Chile.
[9] Meneses, Juan Pablo. Un día con Juan Pablo Meneses. Asociación de la Prensa de Aragón. Congreso Nacional de la Prensa Digital, 2006. p. 15
[10] Castillo Hilario, Mario. “Literatura para periodistas”. Sala de prensa 47, Septiembre 2002, Año IV, Vol. 2. http://www.saladeprensa.org/
[11] García Márquez, Gabriel. “Sofismas de distracción”. Publicado por Sala de prensa, tomado de la revista “Cambio”. http://www.saladeprensa.org/
[12] Quesada, Monserrat. “La entrevista”, en Cantavella, Juan y Serrano, José Francisco. Redacción para periodistas: informar e interpretar. Ed. Ariel, Barcelona, 2004. pp. 385-386
[13] Quesada Moserrat. La entrevista de creación. Ed. Mitre, Barcelona, 1984.
[14] Ibid.

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