lunes, 29 de septiembre de 2008

Prensa latina en español en EU: siglo XX

Si en el siglo XIX la prensa latina en español en los Estados Unidos podía clasificarse en tres categorías –prensa en el exilio, prensa inmigrante y prensa nativa- hacia el siglo XX sus características cambiaron tanto que surgieron nuevos tipos de prensa hispana: desde una sindical hasta una corporativa, pasando por prensa universitaria y feminista, toda ella escrita en castellano y publicada en territorio estadounidense por y para latinos.
De la época en que apareció “El Misisipí” (1808) al inicio del siglo XX, las técnicas de impresión mejoraron notablemente y sus costos se habían reducido. Helvetia Martell registra 183 periódicos, revistas y boletines latinos surgidos sólo entre 1900 y 1910, contra los cinco periódicos latinos creados entre 1808 y 1818. [1]
Junto a la prensa exiliada, los inmigrantes mexicanos y los primeros méxico-americanos hicieron publicaciones de muy diversas facturas: desde periódicos científicos hasta humorísticos. Entre estos se hallaba “El Malcriado”, fundado en 1924 en Los Ángeles por Daniel Venegas, novelista y dramaturgo. A Venegas se le recuerda por ser el autor de la novela fundacional de la literatura chicana: “Las aventuras de don Chipote o cuando los pericos mamen”, publicada en 1928 por el diario angelino “El Heraldo de México”. [2]
Sin tener la virulencia política de la prensa de los exiliados, estos periódicos difundían la cultura, el lenguaje y las letras españolas en los albores del siglo XX. “El Cronista del Valle” de Brownsville, “Hispano América” y “La Crónica” de San Francisco, “La Gaceta” de Santa Bárbara y “El Heraldo de México” de Los Ángeles, entre muchos otros, privilegiaron la publicación de novelas por entregas, poesías, cuentos, ensayos y narraciones históricas, además de las noticias de interés para la comunidad. Destaca la biografía de Joaquín Murrieta, “legendario rebelde social chicano”. [3]
Otro periodista latino famoso en su época fue Jorge G. Arce, alias Jorge Ulica. Moderado en sus críticas hacia los estadounidenses y mordaz hacia los mexicanos más pobres e ignorantes, asumió una postura elitista que retrata la división entre las clases sociales méxico-americanas que se vivió en los años veinte. Resulta revelador el título de una de sus obras más conocidas: Por no hablar inglés, en el que critica que sus compatriotas no se asimilen. [4]
En 1913 aparecieron dos periódicos con el mismo nombre y sin ninguna relación, “La Prensa” de Nueva York y “La Prensa” de San Antonio. El primero fue fundado por el puertorriqueño Rafael Viera, y su editor era un colombiano, José María Vargas Vila, famoso por sus posturas antieclesiásticas y antiexpansionistas. La clase obrera se aglutinó alrededor de Vargas Vila que luego se fue a París, pero hizo de la publicación un éxito por cinco años. [5]
Con un nuevo dueño -del que sólo se tiene el nombre de V. H. Collado- y la aceptación del público, pasó de semanario a diario en 1919. Luego fue adquirido por el español José Camprubí que se mantuvo al frente de las páginas editoriales hasta su muerte en los años 50. Sus siguientes directores dejaron caer el tiraje hasta que la viuda de Camprubí lo vendió en 1963 a su principal competidor, “El Diario de Nueva York”, cuyo dueño O. Roy Chalk los fusionó con el nombre de “El Diario / La Prensa” con el que circula hasta la actualidad. Está a sólo seis años de cumplir un siglo. “El Diario” había sido fundado por el dominicano Porfirio Domennicci en 1948 y lo vendió al empresario Chalk quien cambió su nombre por “El Diario de Nueva York”. [6]
“La Prensa” de San Antonio se editó hasta 1959. Su fundador fue Ignacio E. Lozano, un mexicano nacido en Marín, Nuevo León, que huyó de la Revolución Mexicana con su madre y cinco hermanas hacia Estados Unidos a los 21 años de edad, en 1907. En 1911 fundó “El Imparcial de Texas” pero rompió con ese proyecto “posiblemente porque servía sólo a los méxico-americanos, mientras él buscaba hacer un periódico profesional dedicado principalmente a la creciente comunidad inmigrante pero que sirviera también a los latinos nativos”. [7]
Lozano se mudó a Los Ángeles donde abrió otro periódico, “La Opinión”, cuya primera edición apareció el 16 de septiembre de 1926. Al morir Ignacio E. Lozano en 1953 su viuda, Alicia Elizondo, se encargó de “La Prensa” pero la vendió seis años después y desapareció enseguida. [8]
Mientras tanto, su hijo del mismo nombre se hizo cargo de “La Opinión” hasta 1986, cuando lo sucedió su hija Mónica Lozano. Es el segundo periódico más importante de California, con un tiraje de 126 mil 628 ejemplares diarios, superado sólo por un periódico en inglés, “Los Ángeles Times”.[9]
Resulta también reveladora la disminución de nuevas publicaciones en los años de la Gran Depresión. Si en 1927 habían aparecido 27 nuevos periódicos y dos subsistieron hasta la década de los 40, uno hasta los años 50 y tres más hasta los 70, en 1932 sólo surgieron 10 publicaciones y sólo una llegó a 1942 y otra a 1958. Aunque siguieron apareciendo y desapareciendo periódicos, no hubo un auge sino hasta el periodo de la posguerra y el movimiento chicano que empezó en 1965.
Con la Gran Depresión proliferaron las huelgas entre trabajadores agrícolas casi siempre de origen mexicano y la discriminación en su contra por parte tanto de la sociedad anglosajona como de su prensa: la huelga de los campos de melón en 1929, la de cultivadores de fresas en 1933, los descascaradores de nueces en 1936. Y en todas, periódicos anglosajones como “Los Ángeles Times” los acusaron de “comunistas” y “antinorteamericanos”, pero a su vez los trabajadores hicieron periódicos propios para difundir y defender sus causas. [10]
Prensa activista
En ese marco, mucha prensa latina tuvo que elegir entre hacerse tibia, sutil en sus críticas o por el contrario, mantener su virulencia y convertirse en una prensa perseguida. No sólo desaparecieron medios antiguos sino que se redujo la creación de publicaciones nuevas. Una excepción fueron las publicaciones ibéricas, que respondían a la Guerra Civil Española y las puertorriqueñas como “Cultura Proletaria” y “España Libre” de 1943, “Alma Boricua” de 1934, además del trabajo individual de personalidades como Jesús Colón, quien publicaba crónicas en inglés en el periódico comunista “The Worker”. [11]
Otras publicaciones respondieron a los momentos históricos que se vivían en distintas naciones latinoamericanas: tras la Revolución Cubana, los refugiados en Miami imprimieron un diario con el nombre de “Patria”, mismo que había usado Martí a fines del Siglo XIX. [12] También el número de periódicos de filiación puertorriqueña creció a partir de 1952, cuando Puerto Rico formalizó su estatus de Estado Libre y Asociado de la Unión Americana. Sin embargo, las publicaciones latinas de la época debieron ser muy cuidadosas con lo que escribían, en una etapa marcada por el macarthismo, las acusaciones de actividades antinorteamericanas y de “comunismo”.
A partir de la Revolución Cubana, la prensa latina de Estados Unidos quedó claramente diferenciada por nacionalidades: prensa mexicana en Los Ángeles, prensa puertorriqueña en Nueva York y prensa cubana en Miami. Ello no significa que los periódicos de cada ciudad dejaran de lado la información de interés para otras nacionalidades latinoamericanas sino que existe una inclinación específica por zonas.
Las publicaciones sindicales fueron una de las formas de lucha y resistencia por parte de los trabajadores agrícolas de ascendencia latina. Por ejemplo, una confederación de derechos civiles méxico-americana, la Civic Unity League (Liga de la Unidad Cívica), organizada por méxico-americanos de clase media, y encabezada por Ignacio López, director de “El Espectador”, un periódico bilingüe del sur de California que llegaba a miles de inmigrantes mexicanos y México-americanos del Condado de Orange y el Este de Los Ángeles.
López y la Unity League lucharon en contra de la discriminación en los servicios públicos, albercas, teatros y escuelas, organizaron boicots y demandaron a organizaciones públicas y privadas que discriminaban a mexicanos. A través de las páginas de “El Espectador”, la Unity League exhibía incidentes de abuso policiaco, de discriminación en vivienda así como la colaboración del Servicio de Inmigración y Naturalización (INS por sus siglas en inglés) con agronegocios al usar a los braceros para romper huelgas. [13]
La Asociación Nacional México Americana (ANMA), formada en 1949, luchó por los derechos civiles de los México-americanos y de los inmigrantes mexicanos. Sus líderes fueron Josefina Fierro de Brigth, una radical de los años treinta y Eduardo Quevedo, demócrata del New Deal, neomexicano muy activo en la vida política de los mexicanos de Los Ángeles. En su periódico, “Progreso”, la ANMA se opuso a la Guerra de Corea y a las intervenciones de Estados Unidos en Latinoamérica, denunció las redadas del INS y la brutalidad policíaca. [14]
También importante por su labor sindical y periodística es el Centro de Acción Social Autónoma (CASA), con sede en los Ángeles, dirigido por Burt Corona. Su periódico “Sin Fronteras” llamó a la comunidad chicana a defender a los trabajadores indocumentados y vinculó al movimiento Chicano con las luchas organizadas en México y Puerto Rico, por lo que el historiador Juan Gómez Quiñones llamó a “Sin Fronteras” el mejor órgano impreso de militancia del movimiento chicano. [15]
En 1965 los cultivadores de la uva afiliados a la National Farm Workers Association (NFWA) mayoritariamente mexicanos, decidieron apoyar a sus similares filipinos. La huelga de los viñedos de Delano, California, que llevó a César Chávez al liderazgo, gestó al llamado Movimiento Chicano y dio nueva vida a la prensa latina. Las múltiples organizaciones estudiantiles y laborales latinas de los años 60 generaron nuevas revistas y periódicos, y las existentes retomaron sus objetivos originales, relegados durante el macarthismo.
Según Griswold del Castillo, “El Movimiento Chicano fue un intento radical por redefinir el estatus político, social, económico y cultural de millones de personas de ascendencia mexicana”. Explica que fue producto de la convergencia de los movimientos antibélico y de derechos civiles pero también reflejó un relativo acuerdo de la nueva generación respecto a los problemas endémicos de los mexicanos en Estados Unidos. [16]
Fue además un reencuentro entre México y los mexicanos de El otro lado. Hubo un interés creciente de los chicanos por la situación política en México, que en 1968 cuestionó incluso a sus propios periódicos. Basado en cables de la agencia estadounidense UPI, el periódico “La Opinión” de Los Ángeles hizo una cobertura del 28 de julio al 14 de octubre de 1968, cuyo burdo tono anticomunista y a favor del gobierno de Díaz Ordaz, en la que se daban a conocer las declaraciones oficiales y ninguna de las demandas estudiantiles, molestó a la comunidad méxico-americana. Por eso, numerosos grupos de activistas chicanos, sobre todo de Texas y California, encontraron la manera de obtener una información distinta a la proporcionada por las fuentes oficiales o simpatizantes de ellas. [17]
Los latinos en Estados Unidos tenían motivos para identificarse con los sucesos de México: el 29 de agosto de 1970, el periodista Rubén Salazar de la televisora KEMEX-TV de Los Ángeles, cuya cobertura informativa sobre la moratoria chicana había sido sumamente incómoda para las autoridades anglosajonas, murió por el disparo de un agente de policía en circunstancias extrañas.
Salazar había sido amenazado por el jefe de policía Ed Davis y las contradicciones del caso eran por lo menos, sospechosas. Según la policía se avisó por altavoz a los parroquianos de un bar que debían salir pues buscaban a un hombre armado con un rifle, pero éstos aseguraron que nunca hubo tales avisos. Cuando los parroquianos quisieron salir no se los permitieron. Luego lanzaron un proyectil de gas lacrimógeno a la cabeza del periodista; sus compañeros avisaron a la policía que Salazar estaba adentro del local, pero no fueron escuchados y se dejó el cuerpo ahí dos horas.[18] Todo parecía indicar que querían asegurarse de que, si Salazar no había muerto instantáneamente, lo matara la falta de atención médica. Y si no sucedió así, esa fue la creencia que se generó entre la comunidad chicana de Los Ángeles.
El boom económico y la prensa latina corporativa
En los 80 el incremento de la población latina y sus organizaciones era tan notorio que se volvieron una preocupación para el gobierno estadounidense. En un intento por ejercer el control social de ellos se acuñaron desde la Casa Blanca los términos latino e hispano, que diluyen las nacionalidades específicas y sus características peculiares. [19]
Una razón de que los latinos perdieran su histórica invisibilidad en Estados Unidos fue su crecimiento demográfico, Se calcula que 400 mil mexicanos por año emigran a los Estados Unidos; los descendientes de latinos podrían –al menos numéricamente- decidir una elección presidencial y como mercado representan 700 mil millones de dólares anuales. [20]
Prueba no sólo de su poder económico conjunto es que en tanto los rotativos en inglés experimentan un estancamiento económico que se ha agudizado en el último lustro, los periódicos hispanos crecen a un ritmo superior a 10% (en 2002, facturaron 339 millones de dólares). [21]
Mientras la circulación de los periódicos en inglés ha disminuido constantemente, la circulación de la prensa en español ha tenido una tendencia opuesta: está creciendo rápidamente. El presidente del “Star-Telegram”, Wesley Turner, declaró al “Wall Street Journal” que “el segmento de mercado de crecimiento más rápido es el hispano. Nuestras investigaciones muestran que más del 60% del mercado hispano prefiere leer y hablar en español”. [22]
En cuanto a las revistas en español en Estados Unidos, el momento más importante para el mercado en este país llegó con “People en Español”, según Sammye Johnson, pues su circulación aumentó casi 70% en tres años, desde su lanzamiento en febrero de 1998, hasta lograr un total de 356 mil ejemplares de circulación pagada para la segunda mitad de 2001, de acuerdo con la información presentada por Time Inc. ante el Audit Bureau of Circulation. [23]
Pero el éxito financiero de las publicaciones no es la mejor noticia para la comunidad latina. Los medios en español que les sirvieron por décadas para defender sus derechos civiles, laborales y comunitarios, estaban siendo tragados por la economía de mercado que pronto desataría una guerra de medios por hacerse de los lectores latinos.
Según la Newspaper Association of America en ese país se venden más de 54 millones de periódicos diariamente, con un promedio de 2.4 lectores por copia, pero no precisa si eso incluye a los diarios en castellano. A su vez, la National Association Hispanic Publications (NAHP), con sede en Washington y cuya membresía está compuesta por la mayoría de los diarios estadounidenses más importantes en español, asegura que sus cerca de 200 publicaciones afiliadas (de diversa periodicidad, aunque predomina la diaria) poseen entre todas “una circulación mayor a 12 millones”, llegando a “más de 50% de las familias hispanas de manera semanal”. [24]
Las publicaciones afiliadas a la NAHP no serían ni siquiera el 20% de las existentes, pues según el Instituto Cervantes de Nueva York, encargado de velar por la lengua y la cultura hispanas y muy cercano a la Real Academia de la Lengua Española, había 1,500 publicaciones en español en los Estados Unidos hacia el año 2005. [25]
El interés que suscitó en los empresarios estadounidenses este boom económico de las publicaciones latinas llevó a las últimas a asociarse para defenderse, pues muchas publicaciones estadounidenses comenzaron a crear desde secciones hasta medios completos en español para incursionar en el mercado.
Por ejemplo, en enero de 2004, los dos principales periódicos en español de Estados Unidos, "La Opinión" en Los Ángeles y "El Diario/La Prensa" en Nueva York, se unieron para formar la primera compañía de prensa nacional en español.
De acuerdo con el anuncio oficial, ambos periódicos continuarían su publicación de forma independiente bajo el membrete de Impremedia y buscarían crear un grupo nacional de periódicos hispanos, comprar o crear nuevos diarios en áreas de alta densidad poblacional latina como Houston y Chicago.
Con base en sus cifras de lectores por ejemplar, señalaban que su circulación era de 427,800 lectores diarios para “La Opinión” en California y 297,500 para “El Diario / La Prensa” en el área urbana de Nueva York, lo que les convertiría en una plataforma atractiva para la publicidad, desde la que los anunciantes podrían llegar a la población hispana, la de mayor crecimiento tanto en número como en poder económico en el país.
Parte del objetivo era recuperar acciones de “La Opinión” que se encontraban en manos de la compañía anglosajona Tribune, obtenidas cuando ésta compró la Times Mirror Company que había invertido en “La Opinión” en 1990. Estas operaciones fueron las primeras señales de la guerra de medios que se avecinaba.
Tribune había decidido invertir en el mercado latino a raíz de la baja en la circulación de “Newsday”, su publicación neoyorquina. Tribune es además editora de “Los Ángeles Times” –cuyo principal competidor es “La Opinión”- y “Chicago Tribune”. Siendo socios de Tribune, los Lozano no vieron con buenos ojos que ese consorcio les hiciera la competencia al lanzar “Hoy”.
La Times Mirror Company, dueña de “Newsday” había lanzado en 1998 una publicación en español, “Hoy”, propuesta a sus ejecutivos por el periodista cubano Luis Sito en lo que parecía una apuesta arriesgada, pues no era la primera vez que se había intentado desplazar a “El Diario / La Prensa” sin éxito. Con un precio al público de 25 centavos contra los 50 que costaba “El Diario / La Prensa”, “Hoy” aseguró entonces haber llegado a 65,768 ejemplares diarios contra 56,938 de su competidor, según la Oficina Auditora de Circulación. [26]
En un reportaje publicado en dos entregas por “La Jornada” el 16 y 17 de junio de 2004, Sito decía que “Hoy” ya publicaba seis ediciones: una en Nueva York, otra en Chicago y cuatro en Los Ángeles, cuya circulación sumada alcanzaba casi a la de “La Opinión”. [27]
Sito, director de “Hoy”, esperaba que en cuanto las ediciones de Chicago y Los Ángeles cumplieran un año de vida se les pudiera auditar como establecen las leyes estadounidenses. Aseguraba que los expertos preveían que “La Opinión” quedaría en segundo sitio. Más aún, al referirse a otros cinco periódicos en español aparecidos en ese año (“Al Día”, de Dallas; “La Estrella”, de Fort Worth; “Nuevo Día”, de Orlando; “Rumbo” de Houston y “Hoy”) dijo que no creía que todos ellos seguirían existiendo en tres años.
Pero el mismo día 17 de junio de 2004 que en México “La Jornada” publicaba la segunda parte del optimista reportaje, un escándalo alcanzó a “Hoy”, que afirmaba tener para entonces una circulación certificada de 92,604 ejemplares. Los ejecutivos de Tribune tuvieron que reconocer que habían inflado sus cifras para atraer anunciantes. Dos de sus altos mandos fueron obligados a renunciar.
Al mismo tiempo que Impremedia libraba una batalla aparentemente perdida contra la poderosa empresa Tribune, buscaba cumplir su propósito de expansión y crecía hasta tener siete publicaciones: “El Diario / La Prensa” en Nueva York, “El Diario Contigo” distribuido en cinco zonas de alta densidad de hispanos: Bronx, Hudson, Kings, Manhattan, Queens; “El Mensajero” en la Bahía de San Francisco, “La Opinión” en Los Ángeles, “La Opinión Contigo” en cinco áreas: East Los Ángeles, Huntington Park, Montebello/El Monte, San Fernando Valley y Santa Ana; “La Raza” en Chicago y “La Prensa” en el centro de Florida, Orlando y Tampa. [28]
No sólo la mala suerte de Tribune al descubrirse sus cifras infladas permitió ganar esa batalla a Impremedia. La línea periodística tenía algo qué ver en el asunto, y es que los consorcios anglosajones como Tribune habían pasado por alto algo muy importante. Además de ver a los latinos como mercado había que ofrecerles aquello a lo que sus propios medios de comunicación los habían acostumbrado: una visión latina de las noticias.
“Las portadas de ‘La Opinión’ casi siempre contienen notas sobre inmigrantes que luchan por sus derechos humanos, y el periódico ofrece información y recursos para ayudarlos con sus muchos problemas legales y de derechos civiles”, expresaban los periodistas y sugerían que los enormes recursos financieros de “Hoy” no necesariamente serían suficientes para convencer a la comunidad latina de que ese periódico “está de su lado”. [29] Los Lozano no habían traicionado sus orígenes a favor del mercado y justamente esa actitud de servicio los había salvado, al menos por el momento.
Tribune no era la única compañía anglosajona en tratar de aprovechar el boom latino del periodismo. The Washington Post Company, dueña del emblemático diario “The Washington Post” que llevó a la renuncia a Richard Nixon, había decidido publicar una plana de deportes en español en 2003. En mayo de 2004 compró el semanario “Tiempo Latino”, fundado en 1991 y que en ese año había alcanzado un tiraje de 34 mil ejemplares. “Los tiburones corporativos podrían estar salivando ante los rendimientos potenciales de los newspapers hispanos” dice al respecto el periodista Marco Lara Klahr. [30]
Otro tanto están haciendo Gannet Company, editora de “USA Today” y el grupo español Recoletos, que adquirió Meximerica Media y lanzó “Rumbo”, un tabloide dirigido principalmente a lectores de ascendencia mexicana en las ciudades tejanas de Houston y San Antonio, con una inversión de 13.3 millones de euros. [31] Y se informó también de posibles incursiones de empresas mexicanas como “El Financiero” del DF, “El Informador” de Guadalajara y “Frontera” de Tijuana, sin contar los múltiples intentos de la televisora mexicana Televisa por ingresar al otro mercado periodístico latino, el de los medios electrónicos.
Por supuesto, como en todas las guerras, hubo algunas bajas. La National Association of Hispanic Journalists manifestó su malestar por la desaparición, tras nueve años de operaciones, del periódico “Nuevo Mundo” de la San José Mercury News, en octubre de 2005; en cambio, la editora distribuye el periódico mexicano “Fronteras de la Noticia”.
En abril de 2006 se informaba del cierre de “Noticias del Mundo” en Nueva York. “Cualquiera creería que allí no hay un mercado hispano para los impresos, cuando el diario ‘Hoy’ vende 100 mil ejemplares. Mercado hay, lectores también, lo que se requiere es hacer un periodismo con historias, entretenido, doméstico en el buen sentido de la palabra, de servicio comunitario” expresaba el periodista Rolando Gabrielli.
Tras 24 años de circular, La empresa News World Communications, dueña de “Noticias del Mundo”, decidió llevar a cabo un "reposicionamiento de su activos, con objeto de capturar mejor las oportunidades de mercado emergentes". [32]
Jesús Hernández Cuellar, periodista de “Contacto News Service Magazine” resume así el problema: “Los grandes medios anglosajones han puesto sus recursos -aunque no suficientemente- al servicio de sus nuevas publicaciones hispanas, mientras que los periódicos tradicionales luchan con sus armas habituales, que son: su dedicación a la comunidad y, por ello, la lealtad de los lectores. ¿Quién sobrevivirá? ¿Son suficientes los recursos destinados por los medios anglosajones a sus publicaciones en español? ¿Es posible mantenerse sólo con el servicio comunitario y la lealtad de los lectores? ¿Habrá espacio para ambas fórmulas?” [33]
Hernández, que además es profesor de periodismo en la Universidad de Los Ángeles, California (UCLA) y corresponsal de la agencia española EFE, recuerda que no es la primera vez que dos periódicos latinos se enfrentan por el mercado, si bien en otras circunstancias.
En 1977 “El Nuevo Herald”, propiedad del “Miami Herald”, logró desplazar al antiguo “Diario Las Américas” en Miami Estos diarios pertenecen al consorcio anglosajón Knigtt Ridder. Nueve años antes de su desaparición, “Nuevo Mundo” de San José Mercury News había puesto en dificultades a las demás publicaciones latinas de San Francisco, Y en Dallas-Fort Worth, dos nuevos periódicos hispanos propiedad de anglosajones, “Al Día”, del “Dallas Morning News”, y “La Estrella”, del “Ft. Worth Star News”, parecen “estar compitiendo solos, ante la mirada atónita de un número notable de publicaciones tradicionales en español, propiedad de hispanos”.
Hernández Cuéllar aventura una explicación sobre los diarios que sobreviven a esta guerra. “En Los Ángeles, el diario ‘Hoy’ no ha podido arrodillar a ‘La Opinión’ porque este formidable periódico ha tenido durante décadas los dos ingredientes de que estamos hablando: la identificación plena con la comunidad y los recursos para presentar una calidad periodística fuerte y útil”. [34]
En términos financieros algunos de los principales consorcios multimediáticos estadounidenses son los mejor pertrechados (Knigth Ridder, Tribune Company, Gannett Company, Inc, The Hearts Corporation, Belo Corporation, Impremedia), pero la disputa no se dirimirá en las alturas corporativas sino periodísticas, asegura Lara Klahr. “El periodismo profesional, la ética, la vinculación con la sociedad y la calidad editorial serán las armas que les permitirán atraerse lectores entre la fértil comunidad hispana”. [35]
Un resultado paradójico de esta guerra financiera entre los medios en español es que muchos de ellos han dejado de ser propiedad de latinos y han pasado a manos de anglosajones. Si nos atenemos a la definición de medio latino (escrito por, para y con temas latinos), al momento de su compra por los grandes consorcios estadounidenses, los diarios latinos dejan de existir como tales, aunque su cabezal sea el mismo.
Más aún, al presentar a los latinos un punto de vista latino mediante una construcción semántica de la realidad en castellano, el periodismo latino permite a sus lectores tener una mejor autoimagen que la ofrecida por los medios anglosajones.
“La prensa en español ha servido como reflejo de la vida de los hispanos en Estados Unidos, algo que nunca han hecho los medios en inglés, los cuales prestan poca atención a los latinos, los estereotipan” dice José Luis Benavides de la Universidad de California Northridge. Pese a que la población latina es más del 13% del total estadounidense “los telediarios de las cadenas en inglés más importantes sólo les dedicaron menos del uno por ciento (0.75%) de sus notas en todo el año 2002. Y dos terceras partes de esas notas se centraron en tres temas: crimen, terrorismo e inmigración ilegal”. [36]
La reacción evidente de la comunidad latina es la de rechazar a la prensa anglosajona y su visión racista, para buscar en sus propios medios (o crearlos si no los hay) la información que requieren. “Los medios dominantes entrevistan latinos por su etnicidad, no porque son oficinistas o comerciantes”, dice Maggie Rivas Rodríguez, profesora asociada de la escuela de periodismo de la Universidad de Texas-Austin. [37]
“Siempre consulté estos medios para informarme de cosas en la comunidad latina que no pueden encontrarse en la prensa en inglés” dice la profesora Rivas. Según su interpretación, en comunidades donde no existe un liderazgo latino establecido, los representantes de medios en español se convierten en voceros de esa comunidad. “El peligro es que esto puede cambiar el foco de atención: en lugar de informar, ser líderes”. [38]
Lo que la académica Rivas ve como un peligro desde una óptica purista del quehacer periodístico, es en realidad un retorno a los orígenes, pues como ya se vio antes en el siglo XIX la prensa latina cumplía esa función aglutinante en torno a una causa o una persona.

Conclusiones
El auge de la prensa en español en los Estados Unidos significa un riesgo grave para aquellos periódicos que son latinos por su propiedad, sus temas y su público, pues las empresas anglosajonas más poderosas podrían absorberlos y mediatizarlos en función de los intereses de la cultura dominante, la de los dueños de los consorcios.
La pérdida del sentido de lo periodístico ha llevado a esos conglomerados empresariales a buscar, por encima del servicio informativo, el negocio que representa el mercado de lectores. El resultado es que el propio lector anglosajón ha disminuido la adquisición de ejemplares en inglés y los empresarios han dirigido su mirada a la prensa latina, cuyo compromiso con la comunidad a la que sirve la ha convertido en un fenómeno de mercado.
El asunto es que la prensa latina no nació con propósitos empresariales, los adquirió en el camino de representar a su comunidad con noticias que le atañeran. Si periódicos como “La Opinión” pudieron consolidarse como grandes empresas fue precisamente por el fenómeno de identificación, casi complicidad, que crearon para con sus lectores.
Los medios latinos tienen una importancia mucho mayor que la informativa para su público: ejercen funciones de gestión social que acercan a la comunidad latina a una mayor equidad, al darles los recursos para su integración. Cada vez que un periódico latino denuncia casos de discriminación, orienta a sus lectores sobre cómo defenderse de las agresiones del SIN o encabeza una colecta para apoyar a latinos caídos en desgracia, suple las funciones del Estado que no cabe esperar que cumpla para con personas que no considera como ciudadanos, incluso cuando lo son por nacimiento.
Nacidos en el seno de la comunidad latina, esos medios de comunicación se convierten así en instrumentos democratizadores, muy a pesar de los deseos de la cultura hegemónica y del Estado.
El momento que viven hoy es de enorme riesgo pues la tentación de competir por sus lectores con los medios anglosajones, los puede llevar a dejar de lado las funciones que les dieron origen para entrar en la carrera por el infoentretenimiento.
Si por el contrario, los medios latinos –y no sólo la prensa- se sustraen a las condiciones de competencia que trata de imponerles el mercado y mantienen su postura de servicio, es mucho más factible que conserven la lealtad de sus lectores a largo plazo. Por supuesto que habrá un segmento del público que se mude a las páginas del periodismo ligero que propone el modelo anglosajón actual (y que en México se ha convertido en el parámetro a imitar) pero en cuanto haya una crisis que sacuda la estabilidad de los latinos, aún los que hayan abandonado las páginas de sus medios de comunicación regresarán a ellas.
Esas crisis son recurrentes e inevitables en la vida de los latinos en los Estados Unidos: cada proceso electoral trae una propuesta de ley para deportar inmigrantes, frenar la migración, limitar los derechos de los indocumentados a los servicios más básicos y con ello una ola de racismo promovida desde el Estado que afecta aún a aquellos ciudadanos estadounidenses cuyo origen étnico y racial es visiblemente latino, ya no se diga a un indocumentado. Ningún racista se detiene a preguntar a un latino si es ciudadano americano antes de agredirlo.
Las crisis económicas en aquel país también provocan que los políticos acudan a las explicaciones fáciles: los latinos les roban sus empleos a los ciudadanos blancos y decentes, gastan sus impuestos en wellfare y reducen el nivel de vida de los buenos ciudadanos americanos.
Y cuando la siguiente sacudida toque a los latinos, difícilmente podrá esperarse que la prensa anglosajona en español, cuyo interés es puramente mercantil, sea capaz de entender y dar cobertura a la causa latina desde las necesidades de su lector.
Nicolás Kanellos señala que la prensa latina en los Estados Unidos ha tenido que cumplir funciones que ni por asomo ha cumplido el periodismo en Latinoamérica. Posiblemente ese haya sido el error del periodismo latinoamericano, más afecto a copiar los modelos estadounidenses y al lucro que al servicio.
La apuesta de la prensa en nuestros países tendría que ser la de aprovechar la experiencia de los compatriotas. Tal vez cuando el periodismo en nuestro territorio cumpla las funciones que la prensa latina en los Estados Unidos, y llegue incluso a suplir como aquel, algunas de las funciones que el Estado no está satisfaciendo, haya menos latinoamericanos que deban abandonar sus países en busca del sueño americano.
















FUENTES

BIBLIOGRAFÍA

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[1] KANELLOS, Nicolás y Martell, Helvetia. Hispanic Periodicals in The United Status. Origins to 1960. Col. Recovering the U.S. Hispanic Literary Heritage. Arte Público Press, Houston University, USA, 2000, pp.. 319-321
[2] KANELLOS, Nicolás. Introducción. En VENEGAS, Daniel. Las aventuras de Don Chipote o cuando los pericos mamen. Col. Frontera. SEP, México, 1984. p. 8
[3] TATUM, Op. Cit. p. 48.
[4] Ibid. p. 53.
[5] LARA KLAHR, Marco. Diarismo. Cultura e industria del periodismo en México y el mundo. Editorial E, México, 2005, p. 110.
[6] GÓMEZ MOMPART, Josep Lluis. Diversidad latina y comunicación panhispana en la prensa en español de Nueva York. Forum Barcelona 2004/Diálogos y Diversidad Cultural. 24 al 27 de mayo de 2004. Universitat de Valéncia. p. 7
[7] KANELLOS; Hispanic Periodicals. Op. Cit. p. 102
[8] HASTINGS, Maribel “El fundador de La Opinión en el Salón de la Fama. Ignacio E. Lozano recibe el honor póstumo de sus colegas de hoy”. La Opinión. Versión digital. Los Ángeles, 07 de agosto de 2004.
[9] LARA KLAHR, op cit. pp. 111-112.
[10] ANAYA, Rudolph. América Ocupada. Los chicanos y su lucha de liberación. Editorial Era, México, 1976. pp. 193-211
[11] KANELLOS, El periodismo hispano en los Estados Unidos. Op. Cit.
[12] KANELLOS, Nicolás. Hispanics Firsts. 500 Years of Extraordinary Achievement. Visible Ink Press, USA, 1997. p. 158.
[13] GRISWOLD del Castillo, Richard. Aztlán Reocupada. Una política y cultural desde 1945. La influencia de México en la sociedad mexicoamericana en Estados Unidos durante la posguerra. Ed. CISAN-UNAM, Traducción de Anilú Aguado Molina y Alejandra Cervantes Gómez. México DF, 1996. pp 28-29.
[14] Ibid. pp. 29-30
[15] Ibid. p. 59
[16] Ibid. p. 47
[17] SANTAMARÍA GÓMEZ, Arturo. La política entre México y Aztlán. Relaciones Chicano Mexicanas del 68 a Chiapas 94. Ed. Universidad Autónoma de Sinaloa y California State University, Los Ángeles, USA, 1994, pp 34-35.
[18] ANAYA, Op. Cit. pp. 319-320
[19] RAMÍREZ, Axel. “La población de origen hispano en Estados Unidos entre 1961 y 1989” en BERNAL FERRER, Iliana, (compiladora) Norteamérica: relaciones políticas, espacio y sociedad. ENEP Acatlán, UNAM. México, 1994, pp. 139-148
[20] LARA KLAHR, Op. Cit. pp. 107
[21] www.finanzas.com/id.6081514/noticias/noticia.htm (Finanzas.com), citado por LARA KLAHR, pp. 107-108
[22] BENAVIDES, Op. Cit. p. 40
[23] ESQUIVEL HERNÁNDEZ, José Luis. “Periodismo Hispano en los Estados Unidos”. Revista Mexicana de la Comunicación: www.mexicanadecomunicacion.com.mx/Tables/RMC/rmc88/periodismo.html - 47k
[24] www.nahp.org/new/content.php?id=1 (NAHP Inc). citado por LARA KLAHR, p. 108
[25] PI, Emilio. El español en los medios de comunicación de EU. (Centro Virtual Cervantes) cvc.cervantes.es/obref/espanol_eeuu/comunicacion/epi.htm.

[26] ESQUIVEL HERNÁNDEZ, José Luis. “Periodismo Hispano en los Estados Unidos”. Revista Mexicana de la Comunicación: www.mexicanadecomunicacion.com.mx/Tables/RMC/rmc88/periodismo.html - 47k
[27] BROOKS, David y Cason, Jim. “Cambia la latinización de EU el rostro de la prensa”. La Jornada, 16 y 17 de junio; artículo reproducido por www.saladeprensa.org, no. 72, octubre de 2004, año VI, vol. III.
[28] La Opinión Digital. “Quiénes somos?”
[29] Ibid.
[30] LARA KLAHR, Op. Cit. pp. 115-116
[31] http://72.14.203.104/custom?q=cache:Kv77h1QoKx4J:www.snd-e.org/publicaciones/area11/AREA11_11.pdf+periodismo%2Blatinos%2BEU&hl=es&ct=clnk&cd=33&ie=UTF-8
[32] www.panoramacultural.net, 16 de abril de 2006.
[33] CUÉLLAR HERNÁNDEZ, Jesús. Contacto News Service Magazine digital, 26 de abril de 2005.
[34] Ibid.
[35] LARA KLAHR, Op. Cit. p. 60
[36] BENAVIDES, Op. Cit. p. 39
[37] STANLEY, Eduardo. “Crece importancia de la prensa en español” La Prensa de San Diego. 21 de octubre de 2005.
[38] Ibid.

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